El primer álbum de Laughing rehúye cualquier tipo de innovación, apostando por la senda del revival power-pop de los noventa y el indie norteamericano de idéntica época. Y es ahí, en torno a ese reciclaje indiscriminado de las influencias nada veladas de Teenage Fanclub, The Posies, Built To Spill, Gigolo Aunts, Pavement, o Weezer –a los que cabría añadir ecos del country-folk de Laurel Canyon y los nombres seminales de Big Star y The Byrds– en donde los canadienses destacan.
Un total de once canciones que, en manos de Josh Salter, Laura Jeffery, Cole Woods y André Charles Thériault (todos ellos procedentes de otros proyectos afianzados en su país: Nap Eyes, Fountain, Human Music, Monomyth) brillan como once soles. Ausencia de relleno en lo que supondrá toda una bacanal para cualquier seguidor de los mencionados nombres, con los de Montreal luciendo aptos para reproducir las mejores virtudes de unos y otros. Melodías, guitarras, distorsiones y estribillos latiendo en canciones tan resultonas como “Pebble”, los sencillos “Bruised”, “Will She Ever Be A Friend Of Mine” y “Garden Path”, una “Don’t Care” con reminiscencias de The Vaselines, “Sour Note” o “You And I”.
Efectivamente, “Because It's True” está copado por sonidos pretéritos y perfectamente ubicables en tiempo, género y espacio. Pero, lejos de asimilarse como un refrito deslavazado, reverdece los laureles de los mentados inspiradores gracias a esta secuencia de canciones desarrollada con soltura y convicción por el cuarteto. El disco se antoja, en definitiva, como uno de los grandes tapados de lo que va de temporada, destinado a acabar el año como obligado para los aficionados al género.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.