El tercer álbum del colectivo de Toronto arranca con un crescendo sonoro que desemboca en "Red Lights", primer ejemplo de la vocación expansiva de su música, con una línea de bajo robada a 23 Skidoo (o a The Chemical Brothers) y una guitarra que recuerda vagamente a Vini Reilly. Parte post, parte kraut, parte math, Holy Fuck consiguen evocar en sus canciones el espíritu de Mogwai a ritmo de rave. "Stay Lit" y "Silvia & Grimes" son dos piezas evocadoras, envolventes, como un buen colocón, el tipo de cosas que son capaces de crear en sus momentos de mayor inspiración: consiguen hablar sin palabras, removerte por dentro como lo hacía "Lovely Allen" en su anterior "LP" (Young Turks, 07). Cuando deciden dejar de lado su versión más matizada, la maquinaria rítmica toma el mando ("Latin America", "SHT MTN", "P.I.G.S.") y te ves a tí mismo dando saltos, con el corazón a punto de explotar desbocado. En esos momentos no serán memorables, pero sí al menos efectivos, de subidón en subidón, y en general han encontrado en “Latin” una fórmula más definida y equilibrada que les permite seguir existiendo en ese ángulo ciego entre Battles, Fuck Buttons y Trans Am.
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