Anika Sade fueron
considerados la segunda mejor banda maquetera del 2007, según esta casa, razón
de peso para que no les perdiéramos la pista. Desde entonces se han espabilado
suficientemente como para seguir cosechando éxitos, y “Last Night Was
Automatic” es el hecho más palpable.
Un álbum de duración breve al que seguirá en un futuro próximo un trabajo de
remixes de descarga digital. Anika
Sade suenan sólidos en su apuesta por el synth-pop de toda la vida que busca
influencias en clásicos del género (es inevitable citar a Robert Smith después
de oír el registro vocal de Fede Weiss en la épica “Just Wait”), sin perder la
pista en ningún momento a la electrónica de la actualidad, desde la densidad de
Editors hasta los hits bailables de Vive La Fetê. Los discos de Bauhaus o The
Human League han sonado mucho en las habitaciones de estos tres chicos. En sus
canciones incluso suenan texturas que nos remiten a Joy Division o The
Chameleons sin perder el hilo de la electrónica, que en este disco ha ganado
mucho protagonismo. Compruébenlo en “Tears With Ice” o en “Name That Face”, que
abre el disco y se consolida como single al sintetizar un poco todo lo que más
tarde se irá sucediendo.
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