El cuarteto vascogalaicomanchego, Las Selvas, es variopinto en las procedencias de la formación pero no tanto en las de su sonido. Los estilos construidos alrededor de la distorsión (en general) y el garaje (en concreto) definen el esqueleto sobre el que se ha ido desarrollando la banda en su corta historia.
Su nuevo EP, de cuatro composiciones, supone una evolución sustancial con respecto a los dos singles que publicaron hace un año. Se mantienen aspectos muy concretos, como el tratamiento del sonido y las melodías de inmediatez popera, pero si sus temas iniciales se caracterizaban por un luminoso optimismo de corte surfero, desenfadado y saltarín, su nuevo material ha adquirido tensión. Puede que sus canciones hayan perdido desenfado, pero han ganado en profundidad y se han vuelto multidireccionales. Siguen trabajando las melodías consolidados como una propuesta pop, pero ahora las composiciones son más complejas. A esto también ayuda el trabajo vocal de Sara, que ha abierto el espectro de color de las canciones ampliando el abanico entre sus registros graves y agudos, entre sus fraseos arrastrados y los momentos más catárticos.
Los dos temas iniciales, “Breath” y “Cute Toes”, son montañas rusas en lo instrumental que contrastan con un trabajo vocal mucho más lineal evocando por momentos a los mejores Pixies. “Ride” está construida sobre una eficaz línea de bajo sobre el que trepa un crescendo que explota rabiosamente con el mejor estribillo de todo el trabajo. “Under Buzz”, pese a cerrar el disco, quizá sea la canción que mejor hace de bisagra entre el sonido inicial de la banda y el punto concreto en el que se encuentran ahora. Un arranque de sonoridad naif que se desmorona abruptamente durante la parte central de la canción en una tormenta ruidista y que se acelera hasta la psicosis shoegaze del final.
Sus referentes explícitos son propuestas recientes como Ty Segall, pero están creciendo de manera más sinuosa bajo la alargada sombra de sonidos que abarcan desde Jesus And Mary Chain, hasta Elastica. Pasando por (mira tú lo que te digo) los mismísimos Cocteau Twins.
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