A Primera Sangre
DiscosJosé Ignacio Lapido

A Primera Sangre

9 / 10
Eduardo Izquierdo — 02-04-2023
Empresa — Pentatonía Records
Género — Alt-Country / Americana

Vamos a ponerle un 10 al nuevo disco de José Ignacio Lapido, para que así la dirección editorial me baje de la nube y le acabe colocando un 9. Puntuación esta – si es que los discos deben puntuarse – que creo satisfará a su autor. Porque conociéndolo seguro que no piensa, como yo, que ha hecho un disco perfecto. El mejor artefacto sonoro que se ha publicado en este país en bastantes años. Dicen los asistentes al Azkena Rock Festival, epicentro festivalero del rockerío patrio,que al Azkena se va, independientemente de su cartel. Pues ese axioma puede extrapolarse a los discos del granadino en una triple vertiente. Los discos de Lapido se compran. Los discos de Lapido se escuchan. Los discos de Lapido se disfrutan. Esto es así, y no hay discusión. Así ha sido siempre, y así seguirá siendo.

El arranque con “Curados de espanto” ya demuestra el por qué. Un nuevo himno para la ya larga lista que acumula el autor. “Arrasando” es deliciosa desde su sencillez complicada, “como un vendaval la vida, como un vendaval tu amor”. “Malos pensamientos” descoloca, y me gusta esa sensación. Es blues pantanoso, con algún eco a Tony Joe White al principio y una letra que simplemente aborda el deseo hacia una mujer, algo a lo que Lapido nos tiene poco acostumbrados. Un tema que me recuerda y mucho en concepto a aquel “Por caminos estrechos” de nuestro común amigo Quique González en su disco "Pájaros Mojados" (2002), aunque el tema del maestro es más complejo y rítmico que el del madrileño.

Viajamos al pasado con la belleza de “De cuando no había nacido”, y con ella empezamos a valorar la producción de un Raúl Bernal en estado de gracia. “La salvación solo es una palabra a la que nos encadenaron”, dice. Y tú te estremeces. “Antes de que acabe el día” ya la conocíamos como primer adelanto del disco. Una canción que desde su sencillo riff inicial ya sabes que vas a acabar tarareando todo el día. “Creo que me he perdido algo” tiene algo de Nueva Orleans en su ritmo, algo de vudú en su letra, quizá la más irónica del lote. “De noche la verdad” es el complemento perfecto a “De cuando no había nacido”. Ella mira al futuro, con ese trote tan Lapido, avisando de que “acaso la verdad nos ciegue, o acaso poco importe ya. Acaso corazón, al final, la verdad nos queme”.

Piano boogie para el inicio de “Nadie en su sano juicio” que se suma a la lista de canciones que ponen de manifiesto que, directamente, el mundo se ha vuelto loco y que la cosa va a peor. Por eso “No hay nada más” asusta al insistirnos que el poeta “anda más muerto que vivo” y que anda perfeccionado el “arte de sobrevivir”. “Uno y lo contrario” sube las pulsaciones. Quizá hasta aquí no nos hemos dado cuenta, al menos yo, pero Lapido está cómodo y se nota en sus interpretaciones, tanto en la guitarra como en la voz. La melancolía regresa al final, con más fuerza que nunca en “Tiempo muerto”, una de esas baladas que la podemos definir como lapidianas, que no lapidarias, aunque en ocasiones también puedan serlo.

Como decía Keith Richards, lo importante no es robar, sino saber a quien robar. Y nosotros vamos a hacerlo con José Igancio Lapido, porque "si puede que al final la belleza haga un trato con la melancolía”, también puede que acabemos dándonos cuenta de la suerte que tenemos en este país de tener un artista de ese nivel.

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