“No tiene sentido explicárselo a gente que tiene un hogar... no tienen ni idea de lo que es buscar refugio en otras personas”, decía Lana del Rey en el ya mítico monólogo de 'Ride', canción infravalorada en su momento por muchas de las personas que ahora la aclaman, y que entonces la miraban con una mezcla de sarcasmo y condescendencia, cuando no directamente desprecio. Diez años después, Lana es considerada una de las mejores compositoras de nuestros días y es frecuente leer le etiqueta de “poeta” en artículos sobre ella, pero ese no era el caso cuando apareció 'Ride' con ese monólogo en su videoclip. Hoy, probablemente, lanzaría 'Ride' con el monólogo ya incluido desde estudio, y todo serían elogios para ese “poema”.... que ya era un poema hace diez años. No pretende ser esto una rabieta de fan (o no del todo), sino un recordatorio doble: recordatorio de la respuesta que la cantante se encontró durante mucho tiempo cuando intentaba expresarse, y, al elegir esa frase concreta, un recordatorio de lo que es la soledad, y de lo que hacemos quienes nos sentimos solos. Del miedo que da esa sensación de vacío que viene desde dentro y que temes que en algún momento pueda contigo. Porque éste ha sido siempre uno de sus grandes temas, pero es que en este noveno disco queda aún más claro.
Puede parecer que no; al fin y al cabo, su disco más oscuro es 'Ultraviolence', las aspiraciones e imaginería presentes en 'Born to Die / Paradise' y 'Honeymoon' se ven ya muy lejanas, y en el tema titular de su disco inmediatamente anterior a éste, 'Blue Banisters', hablaba de la compañía de sus amigas y no de la de un hombre. Pero la clave es la “compañía” frente a la soledad, como ocurre en este disco en el que, nada más empezar con 'The Grants', la familia está tan presente... e incluso la espiritualidad y la seguridad que puede (o no) dar la fe. El interludio de Judah Smith, tan cuestionado y largo como justificado en este álbum, habla de querer ser “un hombre de amor, y no de lujuria”, y termina diciendo “te voy a decir la verdad, aunque no te guste: solía pensar que mis sermones trataban de ti/vosotros, pero ahora sé que mis sermones tratan sobre todo de mí”. Desde luego éste es el disco más confesional, más específico y explícito y, también, el disco menos accesible de todos los que ha publicado Elizabeth Grant hasta el momento. Uno que, de hecho, podría haber firmado así en lugar de como Lana, pero que al final tiene sentido que venga con su nombre artístico, ya que Lana es la de 'Fingertips' pero también la de 'Peppers'.
Para emprender este viaje, Lana se ha acompañado en la producción de grandes nombres, de entre los que destacan de nuevo Drew Erickson, Zach Dawes y por supuesto el incombustible Jack Antonoff, y la curiosidad de Mike Hermosa, director del videoclip de 'Arcadia' y acreditado aquí como productor ya que fue con él y su guitarra con quien Lana (cuando estaban juntos) empezó a componerlo, empezando por la propia 'Did you know that there's a tunnel under Ocean Blvd?'. Y desde luego el lead single no podría estar mejor elegido, tanto por accesibilidad como por representación, si no del sonido, sí de la temática y de lo que podemos encontrar aquí: 'Did you know that there's a tunnel under Ocean Blvd?' tiene aroma de clásico, de una de esas canciones atemporales, y además cuenta mucho más de lo que parece sobre el disco. Desde la referencia de Lana al momento en que la voz de Harry Nilsson se desagarra en 'Don't forget me' (la imperfección y la verdad priman sobre lo cerrado y la cohesión), pasando por la súplica en sí, y por supuesto esa identificación con el dichoso túnel, un lugar lleno de belleza sobre el que la gente camina, sin tener ni idea de lo que hay debajo.
Según ha contado en entrevistas, la neoyorquina fantasea sobre “ser sellada con todas estas cosas bellas dentro, sin nadie que pueda acceder salvo, quizás, la familia”. En cierto modo, el disco es un pequeño acceso a ese túnel, porque aquí Lana mezcla su gusto por los simbolismos con el uso de lenguaje coloquial y las historias concretas, siendo más específica que nunca a la hora de nombrar incluso a personas de su familia. 'Fingertips' es el mejor ejemplo, cercana al spoken word y casi escritura automática en su concepción, tal y como explicaba la propia Lana en la entrevista que le hizo Billie Eilish para Interview: “las canciones son muy conversacionales, es un disco con mucha palabra, no hay lugar para el color”, decía, a la vez que explicaba que tuvo la idea de aparecer desnuda en la portada pero la descartó porque “si escuchas estas canciones atentamente, revelan tanto como lo habría hecho esa foto”. Esto puede llegar a ser extenuante, sobre todo en una primera escucha, donde puede parecer que las melodías no están cuidadas y que canciones como 'Fingertips' van “a la deriva”, como ha argumentado gente como Lindsay Zoladz en The New York Times... pero eso es parte de la gracia.
Y es que Grant cuenta que se esforzó en “construir un mundo” con 'Norman Fucking Rockwell!', pero que este disco lo ha hecho “sin esfuerzo”, tomando “lo que le iba viniendo”. Pero ojo con el “sin esfuerzo”: al ser menos “revisado”, es quizás su disco más transparente respecto a lo que pasa por su mente, y eso no equivale a sencillo, sobre todo si tenemos en cuenta lo retorcido que puede ser su lenguaje, y un pensamiento casi saltígrado. Por momentos, de hecho, recuerda a los versos de Björk. En definitiva, si ya es difícil escribir sobre un disco (y, por tanto, tener una opinión sobre él) poco después de que salga, en el caso del noveno disco de Lana del Rey ha sido aún más complicado, por la cantidad de letra, de detalles que se prestan a análisis, o incluso de guiños o directamente usos de temas tanto ajenos (la mencionada 'Don't forget me' de Nilsson, pero también 'Anthem' de Leonard Cohen en 'Kintsugi', 'I wanted to leave' de SYML en 'Paris, Texas', 'Flo' de Riopy en 'Grandfather please...', 'Angelina' de Tommy Genesis en 'Peppers') como propios ('Norman Fucking Rockwell!' en 'A&W', 'Cinammon Girl' en 'Candy Necklace' o 'Venice Bitch' en 'Taco Truck x VB', por citar solo tres).
'Did you know that there's a tunnel under Ocean Blvd?' está repleto de detalles que, como hemos comentado, no lo hacen un disco redondo en el sentido clásico, sino imperfecto y tremendamente interesante, quizás uno de los mejores de la artista. Y, aunque desgranar todos esos detalles en esta reseña es imposible (y por tanto se van a quedar muchas aristas en el camino), es de justicia mencionar algunos de sus puntos fuertes. Por ejemplo, en un disco que apuesta tanto por la intimidad y por ser un viaje a ese “túnel” que es la mente de Grant, es un gran acierto la atmósfera que se crea alrededor de 'Candy Necklace' con sus dos interludios, especialmente en la coda pinfkloydesca del segundo. Una atmósfera propia que también tienen 'Kintsugi' y 'Fingertips', los dos temas más antipáticos de primeras (sobre todo 'Fingertips') y más agradecidos con las escuchas. O la belleza y la esperanza que puede contener un tema de título inabarcable como 'Grandfather please stand on the shoulders of my father while he's deep-sea fishing', mientras que un título como 'A&W' es donde realmente se encuentra la pesadilla. De nuevo, nos sorprendemos encontrando un túnel bajo nuestros pies... un túnel que además decide despedirse con humor, con subida de bpm y con una deliciosa transición a la versión juguetona (¡y se supone que original!) de la que para muchos es su mejor canción, 'Venice Bitch'.
Otro “detalle” que no es tal, y que inunda todo el disco es la propia evolución de Grant, que recientemente se alegraba de haber superado tiempos pasados más turbios de autosabotaje, y decía sentirse “afortunada de que mi mente esté ahora lo suficientemente clara”, llegando a proclamar que “he aprendido todo lo que necesito saber, no necesito experimentar nada más”... la misma persona que aseguraba eso de “with a fire for every experience” en el mencionado monólogo de 'Ride'. Una de tantas contradicciones, quizás. Pero, a juzgar por todas las contradicciones que hay en este disco, y por la riqueza que traen, imagine if we actually gave a fuck.
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