Si hablamos de bandas modernas de metal americanas, uno de los primeros nombres que se nos viene a todos a la cabeza es Lamb of God. Tras un séptimo álbum muy introspectivo en sus letras, en este octavo y homónimo álbum, Randy desata toda su rabia y nos deja letras que van contra la política actual y la hipocresía que rodea a la sociedad en la que vivimos. Letras que representan muy bien el momento actual, pero que no se diferencian de los que se vivían hace 20 años, o seguramente se vivan en los próximos años, un disco atemporal.
El álbum es una amalgama donde la banda nos deja ver todo su repertorio cargado de groove metal, trash metal y heavy metal al más puro estilo americano. Quizás el single “Memento Mori”, es una de las canciones más inteligentes del disco, mostrándonos influencias del metalcore moderno. Por otro lado, la oscura “BloodshotEyes”, junto con las colaboraciones de Jamey Jasta (Hatebreed) en “Poison Dream” y el gran Chuck Billy (Testament) en “Routes”, complementan a la perfección la nueva obra de Lamb of God.
A la par que sus primeras obras, este álbum me parece una de las mejores obras de la banda, pero me sigue dando la sensación que les falta ese pelotazo que tienen incluso bandas que han sido influenciadas por Randy y los suyos. Es una sensación mía, no sé si el resto la tendréis, pero a pesar de ello, la banda se mantendrá con facilidad en la cima del metal mundial, con grandes canciones y uno de los mejores directos del planeta, muestra de ello ha sido el concierto en el pasado Resurrection Fest 2019, considerado como un concierto de culto en la historia del festival.
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