Crearse expectativas no suele ser recomendable y, si eres seguidor de Lady Gaga, ya deberías saberlo, puesto que suele jugar con las de su público, no hacer lo que se espera que vaya a hacer, etc. Pero ha vuelto a pasar con “MAYHEM”: tanto la estética como los dos singles de adelanto nos han hecho pensar que Lady Gaga iba a entregar un disco oscuro e industrial, quizás ese trabajo producido junto a Trent Reznor con el que hemos fantaseado más de una vez. Aunque realmente ella citaba a finales de enero guitarras, funk, y referentes como Prince o Bowie, muchos seguíamos teniendo en la mente ese concepto 'electrogrunge' del que también hablaba. Y, al parecer, estuvo cerca: el disco se iba a titular “Perfect Celebrity” e iba a entregarse del todo al sonido de esa canción, pero su prometido Michael Polansky le aconsejó ampliar a otros géneros porque ella 'no era solo eso'. “Perfect Celebrity” pasó a ser “MAYHEM”, y es verdad que, en un primer momento, puede decepcionar si íbamos salivando con ese otro camino. Pero, de haber escuchado el álbum sin tener esos singles previos, probablemente veríamos más claro lo que verdaderamente es este disco: el mejor de Lady Gaga desde “ARTPOP”, hace más de una década.
Aunque nos de coraje ese consejo de Polansky, tiene razón en que Gaga no es 'solo eso' y, de hecho, lo que le define como artista es precisamente lo contrario: no es una cosa, es demasiadas. Y nos encanta ese 'demasiadas'. El exceso, el tocar mil palos y entregarse intensamente a cada uno es la marca de la casa y, en ese sentido, “MAYHEM” puede ser el disco más Gaga, más representativo de lo amplio de su imaginario, e incluso, en cuanto a calidad general, el más redondo. Personalmente, me quedo con “Born This Way” y “ARTPOP” porque no me importa que la genialidad vaya de la mano de las cagadas, pero, siendo objetivo, “MAYHEM” puede ser el primer álbum de Lady Gaga en el que no hay un solo skip. Podrá haber temas menores, como “LoveDrug”, “Don't Call Tonight” o “How Bad Do You Want Me”, pero ninguno de los tres es un “Fashion of his love”, un “Come to mama” o un “Jewels N' Drugs”, por ejemplo.
No es un disco lleno de “Scheisse”, “Heavy Metal Lover” y “Bad Romance” como pensábamos, pero sí que nos recuerda a joyitas de sus primeras etapas como “Disco Heaven”, “Hair” o “Bad Kids”, unreleased como “Brooklyn Nights” o “Nothing On (But the Radio)” o, por supuesto, la versión que hizo del “I Want Your Love” de Chic. Porque en este disco Gaga toma los artistas con los que ella empezó a amar la música, toma sus primeros pasos en clubs, y los mezcla con su manera de construir temazos – eso cuando no se toma a ella misma como referencia (“Abracadabra”, “Disease” y “Blade of Grass” son la Gaga mainstream, la experimental y la clásica). Así, los mencionados Chic y otras bandas de música disco y funk son clara inspiración, al igual que Bowie, Michael Jackson, Prince, Blondie, Nine Inch Nails, Elton John, The Cure, Gwen Stefani o Daft Punk. La cosa es que esto en ningún momento es equivalente al “disco de jazz de Gaga”, “el disco de country de Gaga” y demás: la artista consigue que, pese a la cantidad de referencias y de géneros, pese al componente retro, el disco suene a algo nuevo. “Garden of Eden” puede recordar a la Britney de “Blackout”, pero a lo que suena es a un nuevo bop de Lady Gaga, el mayor de este disco con permiso de “Abracadabra”.
Y no solo suena a algo nuevo, sino que suena MUY bien. Coproducido junto a Cirkut, Andrew Watt y Gesaffelstein, el trabajo cuida especialmente las tomas vocales, y la voz de Gaga suena mejor que nunca. Si huyó de lo mamarracho para entregar algo más 'respetado', si estaba más preocupada en demostraciones vocales, aquí lo que exuda en todo momento es seguridad. Seguridad en la voz que tiene, seguridad en su capacidad de crear melodías magníficas, seguridad para no dejar ni una canción por debajo de los tres minutos pese a los dictados actuales y, por supuesto, seguridad como performer en lo que otras tildarían como ridículo, como acaba de demostrar en la presentación de “Killah” en Saturday Night Live. Seguridad incluso en dejar como bonus tracks dos temazos como “Kill For Love” (ya no tendrá Chromatics el monopolio) y “Can't Stop The High”, quizás de ese 'disco oscuro' al que pertenecía “Perfect Celebrity”.
Y sí, “Perfect Celebrity” es quizás una de las mejores canciones de su carrera, pero es que “Vanish Into You” no se le queda atrás, 'cause even though the church burned down / I'll be your queen without a crown' de “Blade of Grass” es uno de los versos más bellos y a la vez Gaga 100% que ha escrito, “Zombieboy” es una absoluta fiesta, “Shadow Of A Man” y “Killah” son dos growers, “The Beast” es ese giro que se le pedía como baladista, los puentes de las 'menores' “Don't Call Tonight” y “How Bad Do You Want Me” son una pasada .. incluso “Die With A Smile” crece como apéndice del disco para los que no hemos conectado con el dueto pese a su colosal éxito.
Que las expectativas no os impidan ver el bosque: casi veinte años después de su debut, y en una cultura pop donde todo se queda obsoleto cada vez más rápido, Lady Gaga demuestra con “MAYHEM” numerosas razones para seguir siendo relevante, pero, sobre todo, demuestra que, si eso no ocurre, ya no tiene miedo. Ya 'el monstruo de la fama' (o 'la bestia' aquí) no es algo que se apodera de ella ni tampoco algo de lo que huir, sino una parte de sí misma con quien ha aprendido a convivir. Más que 'caos', “MAYHEM” es la calma dentro del caos.
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