La cruz marca el camino. Así ha sido durante los últimos 2.000 años de nuestra civilización. La cruz que en su día nos guiaba hacia la salvación espiritual hoy lo hace hacía la euforia y la opulencia. La cruz cristiana no se diferencia tanto de la figura “+”, ni en forma ni en significado. Ambas apelan a la fe ciega de sus discípulos. La fe en el mesías que se sacrificó por nosotros, una, y la fe en el progreso y el avance constante la otra. El caso es que ninguna de las dos ha conseguido salvarnos y, visto el desarrollo de los tiempos, tampoco parece que lo vayan a conseguir. El fin del capitalismo parece que traerá también el fin de la fe y la esperanza.
El cuarteto andaluz La URSS reflexiona sobre este símbolo, sobre el capitalismo como fe, en su quinto álbum titulado “+”. La religión y la crítica al capitalismo y a sus consecuencias en la vida cotidiana han sido dos temáticas de presencia constante en las canciones que conforman la discografía de los andaluces. Dos tótems temáticos que casan perfectamente con su punk oscuro, rabioso a la par que melancólico. El resultado es una cosmovisión muy personal, donde se siente el acento andaluz de la misma, singular en el panorama punk ibérico. Como la serpiente que repta por la cruz, otro de los símbolos recurrentes del grupo, saben que la salvación no está en la fe, si no en la sabiduría y en el análisis crítico. Su capacidad de señalar las grietas de la realidad, de cartografiar el territorio con la precisión de una escala 1:1, se mantiene intacta en este disco en el que también encontramos algunos rasgos nuevos.
El nuevo disco nos presenta en portada el símbolo de la cruz, en apático gris hormigón, como no podía ser de otra forma, porque si hay un material que ejemplifica la brutalidad del sistema sobre nuestras vidas es ese mismo: el hormigón. El diseño es obra de Adrián Romero, cómplice de la banda, y la imagen apela directamente a lo que encontraremos dentro: tiempos de hedonismo depresivo, crisis de fe y un presente continuo del que es difícil escapar. La cruz es simétrica, sus brazos señalan en diferentes direcciones y, al mismo tiempo, a ninguna en concreto. En consecuencia, la cruz gira sobre su mismo eje para moverse sin avanzar, para ir a ninguna parte.
“Euroorden” es el tema que abre el álbum con una sucesión de sintetizadores con la que La URSS dejan claro que siguen explorando en su sonido. El resto de temas siguen el camino marcado por los últimos diez años de la banda: guitarras oscuras, líneas de bajo pugilísticas y una percusión militar. Los temas se suceden entre canticos a la euforia vacía y los caminos con final, pero sin fin alguno. Ante la saturación de distopias que nos impiden imaginar un futuro mejor y soñar con otras realidades, La URSS lanzan un grito de esperanza en “Más allá del futuro”, donde sus coros compartidos dan la clave de la salvación: lo colectivo, porque “creeré, si tú crees conmigo/nuestra fe será el camino”. Porque la fe sigue siendo importante como motor, como catalizador de sentimientos y aspiraciones. Si el capitalismo aplasta toda sacralización y esperanza de las expresiones culturales para imponer su realidad en la que no hay alternativa, solo queda la fe para crear grietas en el mortífero hormigón.
“En verdad” es el tema de mayor carácter andaluz, ya que transmite la pasión y el dolor de un pueblo que, como ya avisaron en su anterior trabajo, llora cantando. “Apocalipsis neutro” supura rabia frente a la alienación, la apatía y el aburrimiento de este fin de los tiempos que carece de la espectacularidad a la que nos ha acostumbrado la ficción. Ni siquiera el derrumbe será un estallido. “Post” es un cierre bien elegido por su cadencia, por la sensación de arrastrarnos exhaustos por cada uno de sus acordes hasta el final. Su toque lúgubre pone el broche final a un gran disco.
Mark Fisher decía que “El capitalismo es lo que queda en pie cuando las creencias colapsan […] dejando como resto solamente al consumidor-espectador que camina a tientas entre reliquias y ruinas”. Y esa misma sensación es la que nos queda tras la escucha del disco de La URSS , la de habitar las ruinas de algo que ya no es, de una promesa muerta, de un futuro que no ha llegado donde nos vemos obligados a vivir junto a sus fantasmas. Es una sensación amarga que nos dejó su maravilloso, y ya lejano, “Sonidos de un derrumbe” (La Corporación, 12) y que se repite al finalizar la escucha de los doce temas que componen este nuevo trabajo. Los andaluces parece que predican en el desierto ya que nos llevan avisando de este fin de los tiempos que, no es que esté por llegar, es que ya está entre nosotros.
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