Agárrate donde puedas, un tsunami flamenco, electro-rock y funky-jazzístico se acerca y te va a llevar por delante. Si ya en su anterior "Delirium Tremens" (18) asentó las bases hacia un futuro donde reencontrarse con su voz y esencia camaleónica, ahora, esta suerte de Ziggy Stardust trianera, La Tremendita, da otro triple mortal para flotar en una galaxia estrellada donde respira a pleno pulmón, sin necesidad de escafandra de astronauta ni forzados artificios. Y es que, Rosario, es una fuerza de la naturaleza que se adapta y transforma a cada recoveco de inspiración que surca, como el agua clara que baja del monte. "Tremenda" nos llega en esta cuenta atrás de 2021 como primera parte de un disco doble, que contará con una singular continuación la próxima primavera, "Tremenda Origen" (22), escarbando más hacia la raíz y con alguna sorpresa. Como nos explica la propia artista: “Es el mismo viaje por el cante, pero con unos arreglos musicales desde dos mundos diferentes: el primero construido con la banda y acompañada de mi gran amigo y productor Pablo Martin Jones, con sonidos electrónicos, donde muestro mi faceta multiinstrumentista; y el segundo será ese mismo viaje pero acompañada por diez guitarristas invitados como Tomatito, Rafael Riqueni, Rycardo Moreno, Paquete y muchos más”.
En esta primera parte de "Tremenda" encontramos diez canciones donde el cante jondo se entrelaza y funde con texturas y atmósferas electrónicas, sin perder un ápice de compás y garra, al contrario, sentimos una llama devoradora que crece y crece con total naturalidad, en una hoguera donde la leña cruje y pavesas de hojas secas sobrevuelan entre sintetizadores. Así nos llegó el primer adelanto, “Mi voz”, una taranta atmosférica de pulso electrónico donde remarca el despegar y deja atrás “esos años de polvo” donde fue “una planta dormida”. Pista en la que acompaña a Rosario el músico Pablo Martin Jones, junto al que pudimos verla en directo en tiempos de pandemia y escuchar varios de los temas que ahora, muy rodados, brillan fuerte en este trabajo. Como esa “escalera de vidrio por donde suben las penas” de “Tremenda Valeriana”, con ese bajo que nos golpea el pecho y La Tremendita quemando las naves en cada quejío; o la sentía y coplera “Abuelería”, más ese broche de oro en la adictiva “Concha dorada”, con esa voz “más pura que la heroína” abriéndose paso entre claroscuros sintetizados, entrando en trance con versos de Elise Cowen y una cadencia flamenca en la que flota el sonido “caño roto” de Los Chorbos y Los Chichos en vena.
Rosario se mueve como pez en el agua en esa mágica encrucijada donde Daft Punk, Jaco Pastorius y Patti Smith hacen pactos con Lorca, Morente, Camarón o Lola Flores, como en ese “Dime” revisitado, donde juguetea la Björk más futurista y vaporosa con el espíritu vivo de la faraona. O ese “Mi Amante” que “no siente las mismas penas que yo” y comienza con una guitarra desnuda, para terminar rompiendo con una canto espectral que nos absorbe y zarandea bajo un huracán rítmico y una tormenta de voces que harían salivar a los mismísimos Sonic Youth.
Del rompedor y magnético inicio espacial con “Oye mi voz”, al endiablado duende eléctrico en la soleá (repleta de cambios de ritmos y estructura) de la “Serneta”, con palmas y percusiones relampagueantes, con regusto a “Omega”; pasando por esa “Romería” con sampleados que parece adentrarnos en una rave de camino a El Rocío, y que luego torna en bambera y fandango.
No nos interesa una única verdad, ni discursos simples y vacíos. Lloramos sangre (preciosa la foto de la portada) y renegamos de “este mundo por entero” para volver a habitar “Un mundo nuevo” con La Tremendita, ya sea por peteneras de la Niña de los Peines o en un océano de teclados sintetizados, con esas cuatro cuerdas sempiternas de su bajo que retumban y abren los mares una y otra vez.
Raíces y alas, Rosario la Tremendita, más Tremenda que nunca.
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