Desafortunadamente el nuevo trabajo de Manu Chao mantiene demasiadas pautas y trucos ya utilizados con anterioridad por el músico francés y que son de nuevo recicladas en un corta y pega melódico que, aunque le dotan de un estilo único, a penas deja lugar para las sorpresas.
No obstante la novedad más destacable del álbum es que vuelve a apretar el acelerador guitarrero, recuperando el desenfreno roquero que tan bien le sentaban a trabajos tan irrepetibles como “Casa Babylon”. Lástima que abuse en exceso del recurso de repetir a lo largo del álbum estructuras melódicas y no se deshaga de ciertos tics manidos y que, en cierto sentido, lo mantienen esclavo de su propio estilo. No podemos hablar de riesgo por tanto en este trabajo, más bien de un continuismo que defraudará a los que esperaban un nuevo paso en su carrera.
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