Un atracón de funk canalla de trece minutos de duración levanta el telón del nuevo y esperado disco de La Puta Opepé. Es un simple aviso: “Dale Caña” nos está diciendo a grito pelado que nos andemos con ojo, porque este disco rezuma grandeza, ansiedad y las ganas invencibles del grupo por entregar algo grande.
Y “... Chanelance” es muy grande. No sabemos por qué se ha demorado tanto la aparición de este álbum, pero una vez escuchado, saboreado y devorado, las dudas al respecto se han volatilizado con suma celeridad. La Puta Opepé tienen razón: nunca debimos relegarles a un segundo plano (forzado, todo sea dicho de paso, por su inactividad discográfica) y, mucho menos, reducir su propuesta al hedonismo cazallero. Y entonamos el mea culpa con gusto porque “... Chanelance” no te deja más opciones. El cachondeo y la parranda planean en la superficie de un disco que es mucho, muchísimo más que eso: este es uno de los trabajos más serios, verdaderos, trabajados, pensados y precisos del año. Es tremebundo, trepidante, divertido, emocionante, vivo, electrificante. Es funk bastardo, sin tregua, criminal. Y hip hop epatante, musculoso, sincero. Apoteósico. Pero “... Chanelance” también es enorme porque, ante todo, te transmite algo muy caro de ver por estos parajes: la pasión innegociable e inacabable por el hip hop.
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