La nada

La inmersión de Carlos Ann en el submundo de Leopoldo María Panero en el disco homónimo que publicó a finales del 2004 influyó hasta tal punto al músico barcelonés que, tras el paréntesis pop de “Descarado” (Moviedisco, 05), buscó conscientemente el abismo y la oscuridad. El resultado de esta indagación autodestructiva es “La nada”, álbum intenso, violento –también difícil– que supone una experiencia única en su trayectoria y que ha sido publicado en un momento especialmente dulce para su autor, con dos interesantes proyectos en cartera y un álbum impresionante, escrito y tocado prácticamente en su integridad por Carlos Ann.

El pesimismo romántico que impregna todo el disco empieza ya en “El ocaso de la nada” (“Las lágrimas bucearon con otras lágrimas”), se transforma en rabia en “Maldito viernes” y “Fin de año” (medio tiempo vengativo y desgarrador) y vira hacia un oasis temporal formado por el núcleo central del disco (“La mejor de tus sonrisas” y “Cinco semanas”) que enseguida vuelve hacia el territorio pesadillesco, con el saxo perturbador de “Sombras chinas” y el refugio final en la adicción (“La toma, el efecto y la bajada”). Angustiante, pero verdadero.