En la escena valenciana están surgiendo propuestas de lo más variopintas. La persecución de la cultura autóctona lleva consigo una respuesta inminente: la fuerza. En este paradigma, el nombre de La Maria reluce. Tras cosechar más de una alegría con su EP “L’Assumpció” (Propaganda pel Fet!, 23) y colaborar con artistas como Pep de la Tona o Xavi Sarrià, la de Oliva ha vuelto con “Robina”, una oda al amor propio desde las entrañas del proceso de sanación.
Conceptualmente, el nuevo largo La Maria es impresionante. De la sangre que se convierte en rubí nace la Robina, la mujer que de sus heridas se hizo mineral y embelleció cada imperfección para aceptarse y avanzar. Es un viaje a través de un proceso de recuperación que empieza por el final. “Robina” empieza a gestarse con la composición de “Perdona, Maria”, un tema dedicado a la niña que una vez fue la cantante. Desde ahí, un proceso de introspección y retroceso en el tiempo van dando luz a los temas que dan sentido al disco y se dividen en tres partes: “Ruptura”, “Buidor” y “Enamorament”. Porque, a buen entendedor, pocas palabras bastan.
Las posibilidades del largo, con doce canciones, le han permitido a la valenciana un viaje mucho más experimental que el que nos mostró en “L’Assumpció”. En “Robina”, La Maria juguetea con lo electrónico y lo salvaje de sus ritmos para conjugarlos como otra parte más de su complejo lenguaje. Contrastan, pues, lo folclórico de los fandangos y la voz delicada —aunque potente— de la valenciana con los sonidos que se tejen entre cada tema del álbum.
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