No soy de los que castiga la valentía en los músicos, los intentos de tomar nuevos caminos para su música, pero sí que hay dos cosas que critico habitualmente, alguna de las cuales ya he destacado en estas páginas. La primera de ellas es la evolución que no es tal. Es decir, el limitarse a meter un par de sintetizadores a tu música o cuatro violines cuando estos elementos nunca habían estado en ella y decir que es cosa de tu evolución como músico. No compro. Y la otra es la temeridad. Los cambios están bien si se hacen de manera progresiva y adecuada, pero descolocar al oyente puede no ser una buena vía para los músicos. Y hay que reconocer que La M.O.D.A. en este nuevo disco, producido por Raul Refree, han estado a punto de cruzar la línea sin hacerlo definitivamente, en varias ocasiones. No quiero ni pensar lo que les vendrá a la mente a aquellos que se quedaron en el primer disco del grupo burgalés y los cogen ahora con este “Ninguna ola” que poco o nada tienen que ver. Porque probablemente David Ruiz y los suyos eran el ejemplo de grupo fácil –en el sentido menos peyorativo de la palabra–, de banda con canciones que entraban a la primera y aquí han apostado por lo contrario. Por un disco, para qué engañarnos, difícil. En el que Ruiz parece dominar el cotarro más que nunca con su poesía lisérgica, y en el que el resto de componentes del grupo ha seguido su pasión por el riesgo, compartida con Refree, sin dudarlo.
En ocasiones coquetean sin rubor con loops, el post-hardcore y hasta con el spoken world, pero siempre con sensación de honestidad total. Y es que uno tiene la sensación de que este disco puede hacerles ganar el respeto de muchos que los criticaban como banda de usar y tirar, pero también pude hacerles perder más seguidores de los que podrían ganar. La impresión es que los tiros, en el futuro, irán definitivamente por ahí. Y estaremos atentos a ello. Porque nos han ganado para la causa, si es que no lo habían hecho ya con trabajos en los que apuntaban levemente en esta dirección. Aquí lo han radicalizado y, como decía, casi patinan en algún momento, pero han mantenido el equilibrio, y eso no era fácil.
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