Hay un antes y un después en la carrera de Christina Rosenvinge tras la publicación de “Tu labio superior”. También lo hubo después de grabar aquella anterior trilogía neoyorquina, aunque esta vez podemos pronosticar que el recorrido para esta nueva aventura de la madrileña va a ser más larga, más segura, más creíble.
El resultado entonces fue notable, y dándole continuidad a aquella brillante idea ha intentado adjudicarse una matrícula de honor que llevaba tiempo mereciendo. Como ella misma dice, en sus discos el cincuenta por ciento es música, y el otro cincuenta son las letras, y ahí ha vuelto a cargar las tintas. Literatura, amor, desamor y mitología clásica son algunos de los mundos que Christina explora en sus canciones. Con el mismo equipo de trabajo que en “Tu labio superior”, más alguna incorporación nueva -Benjamin Biolay canta en “La idiota en mi (mayor)”-, ha madurado un disco que debería ser una referencia para todas aquellas chicas que un día quieran dedicarse a esto.
En “La joven Dolores” su voz tiene más cuerpo, escuchamos graves que antes apenas se intuían y sentimos muy adentro canciones que ganan a cada nueva escucha, desde la ambiciosa “Canción del eco” hasta el primer single, “Mi vida bajo el agua”, pasando por la vitalista “La noche del incendio”, “Eva enamorada” o ese tema de ruptura, “Debut”, que cierra este disco imponente.
Disco imponente que no está entre los mejores 40 álbumes nacionales del año para la propia Mondosonoro