A estas alturas de la jugada, el principal competidor al que se enfrentan La Habitación Roja no es otro que su propio legado.
Y ya sabemos que las comparaciones son odiosas, pero tras un disco bastante más inspirado, inmediato y guitarrero como “Fue eléctrico”, su nuevo y noveno álbum acusa cierta falta de fuelle, agravada por un exceso de almíbar en alguna de sus tonadas. Solo hay que escuchar el inicio del álbum para darse cuenta que el anverso pop más dulzón, es el que domina el tono general de un álbum que, por momentos, resulta incluso algo facilón y obvio, como si hubiera sido tramado para cantar en la ducha y contentar de paso a sus fans más jóvenes o a los menos exigentes, desviándose varios grados del que algún día fue su ideario indie.
Canciones como “De cine” puede provocar cierto desenfreno dance en los conciertos, pero son una buena muestra de que los atajos a veces no conducen a ninguna parte o al menos a ninguna parte digna de ser tenida en cuenta.
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