Sabios filósofos orientales defendían que sólo de la tensión entre dos conceptos contrarios y de la crisis que provoca su enfrentamiento es posible generar la fuerza necesaria que permite crear. Pues bien, el cuarto largo de la carrera en solitario de este polifacético músico catalán es un documento sonoro que corrobora esta teoría, que ya nos viene anunciada en su título. Canciones cortas y directas (¿reminiscencia de sus escuchas adolescentes del hardcore yankie de los ochenta?) donde la dualidad no se queda en el título como mero pretexto estilístico, sino que afecta tanto el qué se dice como el cómo se dice. Alternando catalán y castellano, el de Sant Celoni nos regala un disco más rockero que se aleja un poco de las melodías folk que nos tenía acostumbrados para acercarse a su debut “Contra todo pronóstico” (09). Sintetizadores, distorsión, agudos imposibles y letras existenciales definen el mapa de un disco con lenguaje propio y mucha personalidad con el que se consolida la marca Colomo, repleta de recursos y detalles que hacen imposible el aburrimiento (oigan las guitarras que enlazan una estrofa con la otra en “Dona negra”) y lo consolida como uno de los mejores letristas de la escena.
Així s'escriu, quanta raó té la senyoreta Fuster