Escaleras Al Cielo

No es fácil manejar la presión cuando te has convertido en el grupo por excelencia del synth punk nacional actual. Hace un año y medio los de Tàrrega nos presentaban “Nuevo Punk” (Montgrí, 22), con el que consolidaron su sonido a base de sintetizadores, punk, pitillos, sudor y gritos malcarados. La fórmula funcionaba gracias a lo bien que se complementan Yung Prado y Diosito a la hora de definir su sonido, combinando unas letras directas, rudas y provocadoras, con unos sintetizadores básicos y primitivos, pero muy eficaces. Ahora vuelven a la actualidad con un nuevo álbum en el que mantienen toda su, como ellos dicen, “Marca Personal”.

Desde la primera canción del álbum, ”Gran Noche”, las cartas están sobre la mesa y dejan claro que empieza una fiesta que se va a desarrollar durante las once canciones siguientes. A lo largo de esta fiesta, La Élite rescatan temas antiguos miticos entre los fans como “Vida de 1€” –en el que describen cómo es salir de una situación de precariedad máxima– o “Cucaracha Sexy”, junto a Mda, una loca historia que nos lleva hasta el mismo Hotel Chelsea de Nueva York mediante… ¿La sexualización de un insecto? Así son La Élite, así que mejor no preguntes.

A la fiesta se suman Diego Ibáñez (Carolina Durante) en “Plan de Mierda”, uno de los adelantos, Pokito Paranoiko y Nerve Agent, tres artistas con los que comparten el significado de lo que es una gran noche. Y como en toda buena fiesta autodestructiva que se precie –es decir, de las buenas– también queda lugar para la mítica bajona que todos y todas hemos sufrido alguna vez. “Escaleras Al Cielo”, con el sonido más dreamy del disco, nos recuerda que, aún siendo extrapolable al mundo de Mario 64, tras el humo, los pitis y los sintes, hay dos personas de carne y hueso. Lo mismo que en “La Despedida Más Larga del Mundo”, una dura historia de amor en el que la banda se sumerge en su faceta más fatalista –como en aquel “Contento de ser feo”.

A modo de resumen, diremos que, en “Escaleras Al Cielo”, los catalanes exploran terrenos ya conocidos, entre el punk electrónico y el punk etílico, combinando guitarras, electrónica y voces rasposas, pero siempre manteniendo esa identidad personal de la que hablábamos al principio. Eso significa que La Élite se han convertido en uno de esos artistas a los que puedes “amar u odiar”. Yo tengo claro mi bando.