La deriva

La gran paradoja de Vetusta Morla radica en que su mayor virtud, la de contar con un sonido perfectamente reconocible, se convierte a la vez en un obstáculo a la hora de buscar algo que podríamos llamar el hecho diferencial. En “Mapas” (2011) optaron por las atmósferas, mientras que ahora se muestran de forma frontal, con una poderosa base rítmica que no renuncia al componente melódico que tan efectivamente manejan.

Es en el arranque del álbum donde mejor dan cuenta de esa manera de hacer, con “La deriva” y, sobre todo, “Golpe maestro”; dos temas que vienen a recrearse en el aquí y ahora de la situación sociopolítica, aunque sin caer en la tentación del trazo grueso. Parecido espíritu contestatario aparecerá luego en “La grieta” o “Pirómanos”, si bien lo que por momentos apuntaba a tormenta, acaba quedándose en chaparrón. Es significativo que, en ese contexto, la canción más rematada de este disco sea “Cuarteles de invierno”, precisamente la que más recuerda a la ya lejana etapa de “Un día en el mundo” (2008), mientras que el cambio de tercio que parecían proponer otras, como “Fiesta mayor” o “Tour de Francia”, se quede a medias.

Entre tanto, un bonito medio tiempo marca de la casa (“Alto”) y algún que otro corte de menor intensidad completan un álbum que, como los últimos de Coldplay (con quienes comparten el gusto por la épica y el melodrama), no mejora significativamente lo que ya conocíamos, pero sí abre nuevas vías para el crecimiento futuro de la banda madrileña, además de contener seis o siete temas que apuntalarán el karaoke masivo de sus directos.