Dos décadas de silencio es lo que llevaban las bravas angelinas, veinte años desde “Slap-Happy”, un disco ciertamente irregular y el mejor retrato de una banda en cuesta abajo y sin ninguna fe en sí mismas. Verlas explosionar y desaparecer poco a poco fue un poco dramático, sobre todo teniendo en cuenta los grandes momentos que habían brindado a los aficionados al rock más crudo con álbumes como “Smell The Magic” (91) o “Bricks Are Heavy” (92). Quienes pudimos verlas en directo en su momento de máximo esplendor teníamos claro que eran capaces de vencer a cualquier otra banda sobre el escenario. Políticamente comprometidas, sus letras y su música eran de las que derribaban prejuicios a golpe de riff y con canciones tan redondas como brutas.
EL retorno de L7 supone una sobredosis de nostalgia, sobre todo a que sorpresivamente vuelven con la formación original, lo que no quita que estemos ante uno de los pocos retornos exitosos artísticamente hablando de los habidos durante los últimos tiempos. Los hay que son exitosos comercialmente, pero no creo que sea el caso.
“Scatter The Rats” está tan fuera de onda que quizás sea lo más moderno que puedas escuchar este año. Desde la inicial “Burn Baby”, Donita y compañía hacen lo que mejor saben: rockear como diosas. Riffs monolíticos, potentes bases rítmicas y unas melodías adictivas como el crack. Once puñetazos en la mesa de un rock alternativo que vive cada vez más alejado de la realidad actual. Ninguna banda de música underground hizo más por la igualdad en el rock business que ellas. Para un servidor es imposible no sentirse vivo con temas tan redondos como “Stadium West”, “Uppin' The Ice” o “Holding Pattern”. ¿Nostalgia? Seguramente, pero con discos así, bienvenida sea.
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