Resulta complicado esquivar el escepticismo ante el nuevo retorno discográfico de Kula Shaker después de que la banda ya regresase hace casi una década para publicar discos anecdóticos en 2007 y 2010. Sin embargo y ante la ausencia de tales expectativas, lo cierto es que el quinto álbum de Crispian Mills y compañía sorprende extraordinariamente tras resultar más que solvente y cumplidor. La entrega alberga las principales cualidades manejadas por el combo en sus mejores momentos, trabajando con tino los estribillos contundentes, algún ramalazo folk y psicodélico, latigazos eléctricos, el misticismo de George Harrison o Love, y el exotismo hindú que les granjeó fama en los noventa. La atractiva voz del propio Mills mantiene viva la llama de su insinuación, y sigue siendo capaz de motivar unas palpables sensaciones positivas -creativas y espirituales-. La inteligente distribución de los once nuevos cortes hace el resto, con los mejores del lote luciendo al principio y al final del elepé.
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