Clear Pond Road
DiscosKristin Hersh

Clear Pond Road

7 / 10
Raúl Julián — 18-09-2023
Empresa — Fire Records
Género — Indie pop

Kristin Hersh grabó su nombre en las crónicas de la escena indie norteamericana de la década de los noventa, con aquel talante explícito y contundente que exhibió mientras lideraba a Throwing Muses. Sin embargo, la vocalista lleva tiempo volcada en discos de corte introspectivo con los que, eso sí, consigue transmitir tantas o más sensaciones que cuando, en el propósito, utilizaba herramientas explícitas. Ese resulta ser el don inexcusable de la norteamericana, poseedora de esa capacidad para empatizar con el oyente en base al tipo de honestidad abrasiva que con frecuencia desprenden sus temas.

Hersh se encuentra, además, en un buen momento, y tras discos más que notables como fueron “Wyatt At The Coyote Palace” (Overlook, 16) y, sobre todo,Possible Dust Clouds (Fire, 18), llega ahora el presente “Clear Pond Road”. Una continuación lógica en la que la vocalista vuelve a exponer sentimientos y, por enésima vez, consigue calar en el oyente gracias a composiciones bien medidas y que apuestan por una aparente discreción de formas como modo de incisión. Un movimiento que sabe manejar, sobre todo cuando la acompaña de un inspirado conjunto de canciones del tipo del que nos ocupa.

Diez nuevas piezas levantadas sobre mimbres minimalistas concretados, sobre todo, en guitarra acústica o desnuda y la (al mismo tiempo penetrante y realista) voz de la autora. Algún complemento adicional, en la lejanía, parece ser la opción elegida para rematar una jugada en la que nada, absolutamente nada, osa restar protagonismo a las propias canciones y las historias que albergan tras de sí. “Clear Pond Road” es un disco desarrollado con aquella ausencia de inmediatez de quien ya no tiene nada que demostrar ni tampoco que perder, al ritmo vital que puede llegar a marcar su propio universo.

“Clear Pond Road” confirma el estado de forma de Kristin Hersh, una de esas artistas a las que puede que no se le haya otorgado aún el estatus que en realidad merece, ni que tampoco tenga todo el reconocimiento propiciado por esa identidad incorruptible. Una mujer que no sólo ha lidiado con sus problemas mentales –se recomienda leer su desgarradora autobiografía “Rat Girl” (Alpha Decay, 12)–, sino que también ha sabido reinventarse a sí misma en el plano creativo. Ese en el que jamás se traicionó a sí misma, evitando sucumbir ante cualquier tipo de moda o presión externa.

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