Quizás deberíamos intentar liberarnos de la euforia que nos provoca cada vuelta a la palestra de los navarros y poner las cosas en contexto, pero es algo que a priori no parece sencillo. De buenas a primeras, está claro que el profano disfrutará este nuevo trabajo, pero... ¿qué hay del fan de toda la vida? ¿Cómo acomodará el nuevo disco en el conjunto de su discografía? Ciertamente, hay ocasiones en las que conviene dejar pasar un tiempo prudencial antes de dictar sentencia; siempre viene bien, es cierto. Aun así, es ley de vida, y seguramente sean necesarias tanto la valoración cuasi-espontánea como la expresión de las sensaciones que nos ofrezca el material calentito y recién salido del horno. Así las cosas, estaremos de acuerdo en que, si el disco es mediocre, difícilmente nos plantearemos siquiera la comparación con obras pretéritas.
¿Qué es lo que nos ofrece este nuevo trabajo? Pues, de entrada, la misma acidez y mala ostia compositiva y lírica de los Koma de siempre. La valoración sube en la segunda o tercera escucha, algo que pone de manifiesto la validez del trabajo de estudio. El único pero se debe al sonido un poco más apagado que sus discos más brillantes y poderosos. Las composiciones no son la causa de ese pequeño contratiempo, tampoco lo son la ejecución ni quizás la propia grabación. Es el sonido final, una vez materializado en formato físico o digital, el que necesita un empujoncito más vibrante. Porque... ¿cómo nos íbamos a quejar de un comienzo como “Dinamítalos”, que bien podría pertenecer a “Sinónimo de ofender” e incluso a “El catador de vinagre”? Y ya si buscamos revivir las maléficas y matadoras imágenes que nos han dejado a lo largo de su trayectoria, nos podemos envelesar con los cortantes riffs y el doble bombo de “La máquina del tiempo” o “El duelo”. Este último también nos deleita con unos pasajes instrumentales sumamente interesantes, incluso en los coros o voces que sutilmente las introducen. Un aspecto este último que también recalcaremos más adelante al hablar de otros temas.
Si buscamos pepinazos directos al hígado, tampoco se puede dejar pasar “Falso”, una ostia en toda la cara de menos de tres minutos de duración, con un estribillo breve y simple pero de los que crean verdadera afición. Tampoco nos olvidamos de su desarrollo instrumental, aspecto a recalcar también en el conjunto de su trayectoria. Nos hemos saltado a propósito “El viaje”, para enlazar su comentario con “Palabras mágicas”, ambas soprendentes. La primera evoca, en cierto sentido, a los Barricada de “Bésame” o aún más de ”Hombre mate hombre”, por sus algo suavizadas guitarras y apunta en una dirección más pausada y melódica a la que nos tienen acostumbrados. La segunda (“Palabras mágicas”) es deliciosamente bella. Un medio tiempo emocionante, delicado y aterciopelado que se salta el guión para abrazar unas texturas melódicas que sorprenderán a más de uno.
Si lo que deseamos son estribillos armoniosos, ahí está “Saltos mortales”. Si preferimos bailar dejándonos llevar por un decidido riff acompañado de un ritmo con gancho, una de las opciones será “El exterminador”, que quizás puede evocar al disco “Criminal” del año 2000. “Los desheradados” se enmarca en el grupo de temas más festivos dentro de su larga carrera. Aunque lo mejor llega sin duda en los coros, ya cerca de la parte final, que incluso la convierten en un adictictivo himno tabernario, refrendado con un poderoso solo final de guitarra. Brigi no abandona su fuerza vocal “Ni a tiros”, tema también característico que no rehuye los desarrollos instrumentales. Cierran con “Mendigo de alegría”, un tema característico de su época clásica, si por tal entendemos el legado noventero (la maketa y sus tres primeros discos): podría haber funcionado perfectamente en 1996 o 1999.
Este último tema, junto a la mayoría de los demás, también es representativo de una nueva sabiduría musical que, aun manteniendo una fuerza compositiva poderosa, también nos da unas cuantas pistas de la capacidad creativa del grupo. Parece poco probable que den un brusco cambio estilístico a estas alturas, pero queremos resaltar su capacidad compositiva, técnica y conceptual, que podría darnos alguna que otra sorpresa en el futuro. Pero en definitiva, lo que queremos subrayar por encima de todo es que la vuelta de Koma cumple con todas las expectativas y requisitos de calidad que se le presupone, sin olvidarnos de un aspecto esencial: conservan su fuerza y su agresividad diez discos y veintinueve años después.
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