Como ha ocurrido con todos los grupos que han producido música de baile en los noventa convirtiéndose en fenómeno de masas, a Basement Jaxx llevamos tiempo esperándoles con los cuchillos bien afilados: "Remedy" los puso en boca de todos, en "Rooty" la fórmula de house populachero a la par que elegante daba síntomas de agotamiento, y "Kish Kash" parece convertirse en la definitiva prueba de fuego del dúo de Londres.
Ellos de tontos no tienen un pelo. Lo saben y son los primeros en afirmar que el dance, tal y como lo conocíamos hasta ahora, ha muerto. ¿Solución? Jugarse la carta del disco largo: porque "Kish Kash" carece de singles rutilantes como sus predecesores, pero en conjunto la selección de los temas parece más coherente, coqueteando por momentos con el pop y haciéndose con los servicios de Will Malone para trabajar los arreglos orquestales, entre ellos el destacado enfrentamiento de los de Londres con Lisa Kekaula de Bellrays. No es el único cameo inesperado: Siouxsie Sioux, Me´Shell NdegéOcello o Dizzee Rascal, el hombre de moda en el UK Garage, certifican el acercamiento de Basement Jaxx a sonidos más negroides, más cercanos al Prince de antaño, con menos pegada, con más corazón.
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