No sabemos si la marcha Chris Walla de la formación californiana es la culpable de que su octavo disco de estudio, "Kintsugi" (Warner, 2015) sea de una intensidad mucho menor a la habitual o, quizá, sea sólo consecuencia de que se están haciendo mayores. Sea como fuere, "Kintsugi" es un trabajo melancólico, de medios tiempos, sobre todo a partir de la segunda mitad del disco, y que bien podría ser una prolongación de "Narrow Stairs" (2008).
No deslumbra ninguno de los temas, aunque Ben Gibbard sigue haciendo alarde de sus grandes dotes como escritor con frases tan sugerentes como “¿Cómo puede algo tan bello ser tan cruel”? de "Black Sun", el hiriente "Good Help (Is so hard to find)" con dardos como “No tendrás que escuchar un ‘no’ mientras mantengas a tus amigos en nómina” o, sin ir más lejos, el título de uno de los temas más introspectivos del álbum “You´ve haunted me all my life” (Algo así como “Has embrujado mi vida entera”), que, crónica rosa aparte, parece ser una expiación de su relación con Zooney Deschanel. A pesar del tono intimista de éste y otros temas como “Hold No Guns” o “Binary Sea”, no consiguen sacarnos del bucle de unas melodía bastante simples, a medio gas, que tan difícil nos hacen recordar los tiempos de aquellos lejanos e intachables "Transatlanticism" (2003) y "Plans" (2005).
En definitiva, Death Cab For Cutie continúan manteniendo la calidad haciendo discos dignos y disfrutables, a pesar de haber diluido su personalidad, haciendo difícil reconocer su sonido primigenio, más enfadado, más riguroso. Esperemos que no sea más que el punto de inflexión hacia otra etapa menos monótona.
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