L.W.
DiscosKing Gizzard & The Lizard Wizard

L.W.

7 / 10
Oriol Cervera Rodríguez — 02-03-2021
Empresa — KGLW / Music As Usual
Género — Rock

Alguien dijo alguna vez que las segundas partes nunca son buenas. Eso es porque no conocía a los australianos King Gizzard And The Lizard Wizard. La banda se ha coronado a sí misma de nuevo con lo que podríamos llamar su tercer capítulo de exploración microtonal.

En 2017, año en el que lanzaron la tremenda cantidad de cinco discos, la banda estrenó un primer álbum en el que se decidían por explorar los sonidos y escalas microtonales (algo muy típico de la música de Oriente). Se trata del famoso álbum, y para muchos el favorito del grupo,“Flying Microtonal Banana”. Después de unos años más calmados, en el que la banda ha ido publicando algún que otro álbum y algunos “live”, los australianos han decidido volver a los sonidos microtonales con unas canciones que fueron desarrollando y evolucionando a partir de las giras del citado “Flying Microtonal Banana”.

A finales de noviembre de 2020 nos deleitaban con su disco “K.G.”, formado por diez canciones que nos llevaban de nuevo de viaje, buscando las “notas entre notas”. Por si fuera poco, este álbum tiene su segunda parte, el disco que comentamos aquí: “L.W.”.

De esta forma, podríamos decir que nos encontramos con un largo disco que podría estar formado por diecinueve canciones, pero que la banda ha decidido dividir en dos álbumes distintos, creando así una especie de obra conceptual. Continuaron su legado microtonal con la primera canción del disco “K.G.”, llamada “K.G.L.W.”; y lo cierran (de momento) con la última canción en “L.W.” que lleva el mismo título, “K.G.L.W.”, aunque sean canciones distintas. Si nos fijamos bien, la canción que cerraba“K.G.” –con el título de “The Hungry Wolf Of Fate”– y la canción que abre “L.W.” –“If Not Now, Then When?”– se enlazan con el mismo efecto de barrido sonoro de distorsión. Con ello, los australianos dan inicio a la segunda parte de su segundo capítulo microtonal, explorando las escalas musicales típicas de la música oriental.

Con unas voces sutiles que crean una monodia junto a las guitarras, mientras que los teclados, baterías y bajos los acompañan, van desarrollando “If Not Now, Then When?”, una pieza algo tranquila viniendo de una banda tan enérgica. El segundo tema, “O.N.E”, tiene un ritmo mucho más marcado, juntando baterías y percusiones, y empieza a mostrar el espíritu más enérgico de la banda, con guitarras distorsionadas, algún solo y unos coros que se van acelerando. Así se da paso a “Pleura”, tema que ya nos adelantaron con su videoclip una semana antes del lanzamiento del álbum. Si tuviera que definir a este grupo con solo una canción, sería esta sin ninguna duda: un inicio marcado por la batería, un riff pegadizo con solo dos notas, una escala microtonal de fondo y, la marca de la casa, las pausas que dan paso al desarrollo de la canción, a la que se van sumando más guitarras con distorsión, y las voces a modo de coro con sus gritos a final de frase.

En “Supreme Ascendancy” nos encontramos con instrumentos orientales que introducen el tema, algo más flojo que el anterior, pero sin dejar de explorar esa microtonalidad de la que estamos hablando todo el rato. Esta canción podría marcar una segunda parte del disco, algo más relajada en lo que a guitarras distorsionadas se refiere, y en la que la voz tiene un papel más importante y los instrumentos típicos de Oriente mayor protagonismo. De esta manera se desarrollan “Static Electricity” (que termina con un solo de dos minutos) y una “East West Link” en la que destacan una vez más las percusiones.

Entrando en la recta final del álbum, nos encontramos con “Ataraxia”, en la que la distorsión y los riffs más rockeros marcan el camino, sin llegar al clímax de “Pleura” o “O.N.E.”, pero permitiéndose un estribillo más melódico de aires casi pop. La energía se mantiene en “See Me”, en la que el caos se acaba desarrollando en “K.G.L.W.”. En ella King Gizzard recuperan su cara más metálica y nos llevan de la mano en un viaje de ocho minutos y medio de distorsión saturada, momentos caóticos, combinando riffs pétreos con momentos de calma lisérgica.

En definitiva, estamos ante un disco muy completo, que complementa a su predecesor “K.G.” y que sigue con la etapa microtonal iniciada en 2017 con “Flying Microtonal Banana”, una etapa no apta para oídos con prejuicios y que continúa revelándonos a los australianos como una banda que capaz de sorprendernos a cada nuevo paso.

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