K.G

Sobra decir que la banda australiana King Gizzard & The Lizard Wizard es una de las más currantes del mundo de la música. Su producción es difícilmente comparable con la de cualquiera y, año tras año, nos han acostumbrado a lanzamientos continuos.

Hace tres años iniciaron un proyecto al que llamaron Flying Microtonal Banana y su nuevo capítulo responde simplemente a las iniciales “K.G.”. En él, Stu MacKenzie, alma máter de la banda, se metió de lleno en la afinación microtonal de Oriente Medio, y ahí sigue. Por tanto, este disco de diez canciones (cuya versión física se publica ahora, tras unas semanas disponible en digital) incide en la psicodelia de anteriores entregas.

Por si no fuera complicado grabar un disco así, la banda lo ha hecho en plena pandemia, a distancia, y enviándose los archivos por ordenador. Algo que es justo decir que apenas se nota, y que el disco funciona y encantará a los amantes de su propuesta. Para ello se meten en viajes lisérgicos en “Automation”, tiran de jam en “Some Of Us” aunque apenas dure cuatro minutos, y se dejan ir por completo en “Oddlife”.

Sorprenden algo con el ligero blues de “Honey” y hasta se atreven con el funk en “Intrasport”. Pero es que King Gizzard no tienen límites. Así entienden la música y así se la transmiten a sus seguidores. Y estos les han comprado la propuesta sin dudarlo.

Se han marcado quince discos en siete años y muchos siguen haciendo cola para agenciarse sus álbumes. No todos nos hacemos con absolutamente todas sus referencias, aunque el mérito ni yo ni nadie puede ni debe quitárselo.