Los de Gales deben haberse acostumbrado ya a que la crítica, británica y continental, los deje finos a insultos (o peor, los abandone a la más ignominiosa de las indiferencias) con cada nueva obra que editan. El título de su séptimo trabajo bien podría ser un guiño a esa situación. A estas alturas, deben vivir ya bastante por encima de lo que el resto del mundo piense o deje de pensar sobre ellos. Siguen contando con una fiel legión de fans, sobre todo en las Islas, y todavía consiguen ir pescando nuevas filias con sus más recientes trabajos. Lo merecen. Sin la fanfarria de otras bandas más rimbombantes pero menos consistentes como Snow Patrol o Keane, Kelly Jones y sus chicos se han demostrado como una fuerza de fiabilidad pop a lo largo de la última década. Lejos ya del minuto de gloria que tuvieron con “Performance And Cocktails” y “J.E.E.P.” hace ya diez años, desde el bajón compositivo que supuso “You Gotta Go There To Come Back” en el 2003 han ido rehabilitándose con trabajos menores pero siempre a una altura más que notable. Este último demuestra que pocas bandas británicas de la actualidad pueden competir con ellos a la hora de fabricar melodías infatigables, como las que aquí se muestran en “Innocent” o “Could You Be The One”. Cierto es que el resto de composiciones no ralla a la misma altura, pero la producción de Jim Abbiss (Arctic Monkeys, Kasabian) las salva con un enfoque fresco y directo.
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