Album nº 8

El caso de Katie Melua es la mar de curioso. Todo y el enorme estatus que tiene, que su música encaja en un público acomodado que busca propuestas más comerciales, ella mantiene un sello que la aleja de los nombres que están en boca de todos. Cuando puede, toca en festivales de prestigio y sus discos tienen el refuerzo de una gran promoción, pero cuando escuchas cualquiera de sus discos sabes que la intención dista de ser la de copar listas y estar en todos lados.

Ella ya tuvo su propio bombazo con el disco de debut, despachó ocho millones de discos de “Call off the search”, en el momento en que esa cifra aún tenía importancia. En su día estaba en el mismo saco que Jamie Cullum e ingresó en la misma academia que Amy Winehouse, de hecho era la gran protegida de Mike Batt, su valedor y dueño del sello Dramatico. Katie Melua tiene una gran virtud, hace que lo sencillo sea algo verdaderamente excepcional y elegante.

A veces se lía la manta a cabeza con cosas más complicadas, prueba con asuntos excesivamente orquestales (si bien los arreglos siempre están ahí), pero cuando llega al hueso es al rebajar esas pretensiones. Si su voz es la que domina ella es carta ganadora. Y este es el caso de “Album nº 8”, su primer disco de estudio en cuatro años. A veces toca la tecla de lo barroco, como en la excelsa “English manner”, pero acaba volviendo a la casilla de salida. A diferencia de discos como “Ketevan”, aquí todo es más mundano. Lo demuestra la fotografía de portada, sin mucho truco y con la idea de captar una imagen, a Katie Melua le queda poco por demostrar.

Y llegado a este punto solo se ocupa de escribir buenas canciones, con ese efecto sedante tan rico y estimulante. Todavía hay la tentación de colocarla en el plano del jazz (el saxo de “Voices in the night” la podría llevar ahí) , sin embargo yo la veo como una Dusty Springfield moderna, esto no deja de ser pop de buena traza y factura.