En estos momentos en los que a artistas como Kylie Minogue, Lady Gaga o Miley Cyrus les ha dado por rendir pleitesía al country sin que nadie se lo pidiera, con Kacey Musgraves ha ocurrido diametralmente lo opuesto. La tejana en su tercer álbum ha aunado sus raíces musicales tradicionales con el pop sin fisuras, y el resultado no puede ser más sobresaliente. Los puristas del country siempre le han criticado por firmar letras progresistas y en más de una ocasión ha sido incluso repudiada por las radios de su país, pero con "Golden Hour" Kacey se ha asegurado acrecentar como nunca su grueso de fans con un álbum que es una delicia para los oídos por su honestidad y por contar con una producción cristalina apta para todos los públicos.
Escuchando "Lovely Weekend" irremediablemente viene a la cabeza la mejor Carly Rae Jepsen, del mismo modo que "Butterflies" bien podría haber venido firmada por Sheryl Crow. Pero a lo largo de sus trece canciones hay muchas más sorpresas: desde el uso controlado del autotune en "Oh, What A World", pasando por la infecciosa "Velvet Elvis" o el ramalazo disco que se gasta en la bailable "High Horse", probablemente el tema que mejor define esta nueva era. Que uno de los mejores álbumes pop de la temporada venga de la mano de una artista country es cuanto menos sorprendente. Si Taylor Swift es una estrella del pop global, Kacey Musgraves debería serlo del mismo modo por méritos propios.
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