Hay algo en “Just Like The Fambly Cat” que suena profundamente triste y melancólico. Y luego te enteras de que la banda se ha separado y que éste es un disco póstumo y te das cuenta de lo que era: estás asistiendo al espectáculo de una banda desintegrándose. Puede que tanto por las tensiones internas como por la pérdida de la tensión creativa que había convertido a los californianos en uno de los grupos más creativos del rock independiente americano.
Jason Lytle y compañía intentan echar el resto, pero también se encuentran con pocas razones para el optimismo, lo que acaba convirtiendo el disco en un canto al pasado (“Summer... It´s Gone”), a los buenos tiempos que se han ido (“This Is How It Always Starts”), a la falta de inspiración (“50%”), el hartazgo (“Elevate Myself”), y al miedo a vivir anclado en tiempos pretéritos (“Rear View Mirror”). Suenan confesionales y cansados, tanto que algunos de los temas son mero relleno en el que intentan recuperar las atmósferas de “The Software Slump” (V2, 00) sin conseguirlo.
En gran medida este disco no es más que la admisión de su derrota y eso lo hace rematadamente honesto. Puede que no haya nada más sublime que las caídas, y más si uno sabe entregarse a ellas y admitir que ya no más, que hasta aquí puedo. Resulta difícil decir si “Just Like The Fambly Cat” es un epitafio a la altura de lo que han sido Grandaddy. Probablemente no, queda poco de esas melodías soleadas y del impresionismo cacharrero de sus mejores años, pero es un adiós digno.
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