Loving in Stereo
DiscosJungle

Loving in Stereo

7 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 17-08-2021
Empresa — Caiola
Género — Electrónica

Hay y que tener cierto cuidado cuando estimamos a ojímetro desde la crítica musical qué es lo que necesita el mundo: hace unos días un lector me afeaba, en el muro de Facebook de esta misma publicación, la afirmación de que el último disco de John Mayer (soporífero, en eso me reafirmo) fuera un divertimento para el músico, pero un tostón para el resto del mundo. También tiene sus fans, claro que sí. Dicho esto, y pasando por alto que ciertas licencias de la crítica musical puedan ser encajadas como una falta de objetividad por parte del periodista (y algo de razón puede que haya en esa observación), quizá no sea muy desmesurado observar que si algo necesita el mundo ahora mismo son discos vitalistas, enérgicos, bailables, que nos devuelvan el anhelo de esos tiempos en los que cancanear en grupo hasta altas horas de la madrugada al ritmo de los beats ni era delito ni ponía en riesgo la salud de nadie. Creo que es un consenso razonable.

Y eso es precisamente lo que propone el tercer disco de los londinenses Josh Lloyd-Watson y Tom McFarland como Jungle. Un chute de energía para esas pistas de baile chapadas a cal y canto, a las que ya rindieron sus honores el año pasado Kylie Minogue, Dua Lipa o Jessie Ware en sus estupendos últimos discos. Tres son sus novedades principales: querían sobrepasar los 120 bpms de media por canción, y lo han hecho; querían darle un toque más orgánico a su música, y también lo han logrado; querían introducir también colaboraciones externas por primera vez en un álbum, y las del rapero norteamericano Bas en “Romeo” (guiñando un ojo al dub) y la vocalista suizo-tamil Priya Ragu (r’n’b sosegado con regusto retro), funcionan y le dan ese rango colectivo que tan bien casa con tiempos como estos, que tanto lo necesitan.

Abundan las cuerdas exuberantes, los falsetes translúcidos, hasta la flauta o el saxo en “Bonnie Hill”, redondeando un ejercicio de esteticismo con la mirada (casi) siempre (ahí están desvíos como “Truth”, con sus guitarras mordientes y su ritmo motorik) puesta en la música disco y el funk de los años setenta del siglo pasado. Con una mirada actual que sortea el mero revival. Sobresalen los dos singles, “Keep Moving” (que tanto recuerda a los Parcels) y “All Of The Time”. Como sus anteriores trabajos, no es un disco perfecto. Se inscribe con elegancia en cierto continuum de música de baile made in UK (de The Streets, MJ Cole o Craig David a Bicep, pasando por Burial, Skepta, Disclosure, The xx, James Blake o Jamie xx), aunque un tijeterazo no le hubiera venido mal para no redundar en la sensación de muzak que a veces irradian sus momentos más explícitamente ornamentales. Notable bajo, venga.

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