‘El apego’ (Ernie Records, 21) es el primer disco de estudio de Julio de la Rosa en cuatro años, desde aquel ‘Hoy se celebra todo’ (Ernie Records, 17) que ahora aparece en el currículum del artista flanqueado entre multitud de bandas sonoras. Una faceta, esta última, a la que el compositor ha ido otorgando cada vez más prioridad, desde que se estrenase en el negocio ideando la música para la película de Alberto Rodríguez ‘La Isla Mínima’ (Universal, 14) con premio Goya incluido. Se echaba de menos, por tanto, el talento inconfundible del ex El Hombre Burbuja al servicio de un álbum al uso, y ha tenido que ser la celebrada paternidad del jerezano la que instigue el que ya es su séptimo elepé en solitario.
Una referencia, como suele ser habitual, henchida de carga emocional y que, en esta ocasión y dadas las circunstancias, apunta hacia un halo intrínseco diferente. El músico presenta así una visión de mayor positivismo con respecto a entregas anteriores, amparado por el amor de (y hacia) su pareja Helena y ese desenlace en forma de niña de nombre Inés. Una óptica que, en cualquier caso, se aleja de cualquier sensiblería vacua y no renuncia al realismo existencial en forma de preceptos para la destinataria que concreta en canciones. Si bien los tres singles de adelanto del álbum –“Quien bien te quiera”, “Mejor que no” y “Muñequita de feria”– fueron estrenados en el formato habitual, ‘El apego’ se presenta como una única pista de cincuenta minutos. Un continuo plagado de sentido que apuesta por el calado de esa clase de obra que, efectivamente, conviene entender en su globalidad. La misma que, a lo largo del elepé, desprende un tipo de luminosidad muy especial, de calidez casi otoñal.
El último tramo del disco presenta texturas relajantes que bien podrían llegar a entenderse como esa nana previa al sueño, rematando un disco de arreglos exquisitos y aquí favorecedores, de esos que pueden llegar a desdibujar el mensaje o empachar si se hace uso equivocado del recurso. ‘El apego’ es, en definitiva, un disco precioso, protagonizado por una serie ininterrumpida de piezas tan hermosas como empáticas. El regalo de un padre a su hija, que Julio de la Rosa tiene a bien compartir con un público al que solo le queda agradecer el detalle, y que se completa con el libro interactivo ‘Esperando a Inés’ (Ernie, 21), copado por unas fotografías del Cerro de San Pedro idóneas para acompañar a la propia música.
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