En algo más de tres años cualquier artista puede plantearse muchas cosas sobre sus inquietudes y sus nuevos propósitos. Julien Baker puede afirmar que, voluntariamente o sin quererlo, ha aprovechado ese tiempo desde su último disco para ofrecernos una versión más contundente de ella misma con su recién estrenado “Little Oblivions”, el tercer álbum de su carrera. Álbum que ha visto la luz más de un año después de grabarse.
La compositora norteamericana sigue mirando hacia su interior, sirviéndose de sus canciones para plasmar esas experiencias vitales e introspecciones que a veces tanto le cuesta de expresar, tal y como ha comentado en alguna entrevista. Sin embargo, en esta ocasión se ha ayudado de una instrumentación más compleja para dejar un poco de lado la Julien más íntima y lanzarse con más potencia a un público que seguramente vaya a sumar adeptos.
Lo que nos encontramos al inicio del disco es premonitorio de lo que nos encontraremos a lo largo de sus doce temas. Los primeros segundos de “Hardline” ya suponen un punto de ruptura más que considerable respecto a lo que veníamos escuchando en los dos trabajos anteriores. En ella, los teclados sintetizadores y la batería toman el protagonismo y buscan ese lugar que nunca antes habían tenido en la obra de la artista. Pero sin ánimo de juzgar este álbum solo en relación a sus predecesores, cabe decir que realmente estos instrumentos marcaran los momentos más álgidos de algunos de los mejores temas del disco. Lo podemos notar también en el segundo tema “Heatwave”, una canción que se inicia al más puro estilo cantautora y que da el salto hacia el pop con la incorporación de estas novedades.
Baker ha sabido equilibrar estas novedades instrumentales con un trabajo de contención vocal admirable. La voz se hace fuerte en momentos muy puntuales, casi por exigencia del guión cuando los versos piden un grito o un llanto al aire. Con este control de su ya demostrada potencia consigue que su historia en este álbum pase por fases de altibajos emocionales muy bien defendidos. La misma expresividad la podemos encontrar ya en temas concretos como son “Crying Wolf” o “Ringside”.
Aun así, no todo ha sido un juego de cartas nuevas. En “Song In E” encontramos un espacio para reencontrarnos con la Julien más indefensa. Ella y el piano. Una delicada canción precedida por “Favor”, uno de los singles que ya conocíamos y que a lo largo de sus casi cinco minutos de duración nos va encaminando sutilmente hacia aquella versión más solitaria de la compositora de Memphis. Versión que tampoco debemos olvidar, pues es la que le ha traído a donde está ahora y la que todavía asoma en “Highlitght Reel” o “Ziptie”. Ésta última parece servirle incluso como recopilación de su evolución para cerrar el disco sin dejar cabos sueltos.
“Little Oblivions” es un disco de crecimiento y maduración artística, confirmándonos que el formato banda no le sienta nada mal. Si había algo que Baker tenía que demostrar en él es que no nos convenció por casualidad con su anterior trabajo. En éste ha encontrado otra vía para expresarse y seguir siendo ella misma, pero de otro modo. Todo un síntoma de cuando una artista es inquietamente creativa, aunque ello signifique seguir descubriéndose por dentro.
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