Julianna Barwick abandona la naturaleza en su tercer álbum de estudio. El verde de Islandia que nos regaló “Nepenthe”. El rugido de los árboles que nos presentó en “The Magic Place”. Ahora se sumerge en lo gris, entre la soledad de cuatro paredes que se repiten de forma constante generando esos ecos que abrazan de nuevo su gran voz. En la mirada perdida de los grandes edificios buscando el final de las construcciones arquitectónicas.
“Will” surge de la última gira de la estrella. Grabado entre Nueva York, Carolina del Norte y Lisboa. El minimalismo, esa habilidad de crear un universo a través de lo más simple, vuelve a ser el protagonista del proyecto. En esta ocasión, Julianna encuentra la felicidad entre la vida nómada, en el movimiento y la sensación de estar vivo. Aunque, a veces resurge de sus cenizas la nostalgia del hogar (“Heading Home”). La voz sigue siendo el enlace principal de la obra. Y junto a ella las teclas de un piano que se adaptan a la historia (“Beaded”) o la aparición del chello (“St. Apolonia”) para recordarnos cómo viaja Julianna a través de los elementos de cuerda.
“Will” es un enfrentamiento entre los valores de la Julianna que vive el presente y la que apareció por primera vez en la industria. Es un cara a cara, un afloramiento del “otro” al más puro estilo cinematográfico. Que derrota rompiendo espejos (como muestra la propia portada del álbum) o llevando una nueva voz femenina, la de Mas Ysa (Thomas Arsenault), a su música en temas como “Same” o “Someway”. Un álbum con gran predominio de armonías vocales, esas que resaltan su parte coral originaria de su formación en la iglesia. Un proyecto repleto de texturas que siguen siendo tan interesantes como en los comienzos. O aún más, si nos centramos en que la madurez personal de la artista va ligada a cada nuevo lanzamiento.
Julianna ha visto mucho mundo, ya es partícipe de la naturaleza muerta de nuestro siglo. Y, a su vez, “Will” posiblemente sea el álbum que mejor represente a su Brooklyn natal. Esa sensación americana de tenerlo todo entre tus manos y a la vez ser invisible. La riqueza orquestal de anteriores obras, la luz que reflejaban sus otras propuestas. Han mutado en una sobriedad, una firmeza, donde los sintetizadores se limitan a guiar los cánticos de Julianna hacia su futuro. Una nueva etapa acaba de comenzar.
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