Por alguna razón, la artista australiana Julia Jacklin ha decidido que éste y no otro era el mejor momento para realizar el que sin lugar a dudas es su álbum más calmado, transmitiéndonos esa serenidad de espíritu que automáticamente nos contagia y nos traslada a ese plano de reflexión desde el que la cantautora concibió las diferentes piezas que componen este “PRE PLEASURE”. Surgido de la proactiva comunión entre Jacklin, algunos miembros de The Weather Station y los extraordinarios aportes de Owen Pallett, este tercer larga duración que firma la cantante de la Down Under es una inyección sedante de autocuidados y consideración personal que nos invita a detenernos en el tiempo y cabalgar con mimo y paciencia esos melosos acordes acústicos, mientras el dulce mecer de la voz de la artista afincada en Melbourne hace el resto.
Para erigir la temática de este nuevo trabajo, Jacklin decide moverse de nuevo dentro de esa lluvia de cuestiones existenciales que abrazan la amarga complejidad de las relaciones interpersonales, así como focalizar el discurso en sí misma más que en el entorno que la rodea, llevando su perorata sentimental y sosegada a un plano más amable y menos angustioso. No obstante, esa lucha entre el corazón y la razón, el ímpetu y la lógica, serán una marca distinguible y constante en cada una de sus pistas, haciéndose más notable que nunca los deseos de la artista por conocerse a sí misma y ganar control sobre sus acciones: “Am I gonna lose myself again/I quite like the person that I am”, canta de manera sentida y casi urgente en la pegadiza “I Was Neon”, corte en el que Jacklin nos adentra en ese inestable contexto que determina el siempre delicado momento en el que estamos comenzando una relación nueva y de alguna manera ilusionante, pero también aterradora. Cuando sentimos perder poco a poco el control sobre nosotros mismos. Y es que la cantante refleja ser consciente de cómo esa sombra de un pasado que parece haber dejado huella en su íntimo historial de interconexiones permanece ahí e incluso condiciona su presente, tal y como nos evidencia en esa setentera “Magic”, donde entre reflejos que nos traen de vuelta su lado más Nico, la cantante divaga sobre si se siente o no capacitada para volver a dejarse engatusar por los persuasivos encantos del amor.
Pero además de ese aguacero de líneas que dialogan abiertamente sobre el romanticismo al uso, también observamos que “PRE PLEASURE” aboga por abrir otros melones que rodean y marcan el carácter de Jacklin y son casi tan determinantes en su presente como cualquier otro desliz sentimental: véase ese viaje en el tiempo que realiza con “Lydia Wears A Cross”, trayéndonos de vuelta su infancia marcada por el catolicismo más básico y un sinfín de cuestiones infranqueables; las voces que se quedaron sin decir en “End Of A Friendship”; las múltiples inflexiones sobre cómo admirarnos potencial y objetivamente a nosotros mismos en “Be Careful With Yourself”; o el intenso debate sobre sexualidad y consentimiento que subyace entre los reveladores mensajes transcritos en “Ignore Tenderness”.
No es que a Jacklin se la pueda haber definido en el pasado como una cantautora reservada, pero no hay duda de que este “PRE PLEASURE”, convertido en un cajón desastre de relatos extremadamente íntimos, nos muestra su cara más privada, ejerciendo una encomiable labor de rescate entre recuerdos y vivencias, con el fin de aportar un valor de solidaridad para con ese oyente que busca referentes y voces que le hablen directamente.
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