El cuarto álbum de Battles llega marcado por los cambios: la transformación del trío en dúo tras la salida de Dave Konopka, la decisión de grabar por primera vez en Nueva York (lugar donde están asentados Ian Williams y John Stainer desde hace mucho tiempo) y, sobre todo, la metamorfosis del sonido de la formación americana. Si hace cuatro años nos encontrábamos en “La Di Da Di” (15) con unos Battles de sonido crudo y afilado, complejo de digerir, “Juice B Crypts” nos presenta unas melodías más coloridas y electrónicas a base de loops, sintetizadores y riffs cíclicos, cuya mayor fuente de inspiración ha sido el imparable avance de la tecnología y su consecuente pérdida de identidad humana.
Todas estas características dan como resultado un sonido divertido y vivo a la par que frenético, algo que también responde a los tiempos de trabajo. Battles, que siempre habían presumido de tomarse con calma las grabaciones, tuvieron que pisar el acelerador en esta ocasión y grabarlo en dos semanas debido a las presiones del sello. En estos tiempos de trabajo fue clave el productor Chris Trabon quien no les dio ni un respiro. No obstante, pese al tiempo límite, Battles mantuvieron intacta su idea de concebir música y para cada una de las once canciones del álbum usaron métodos y equipos diferentes, característica que en las escuchas nos hace percibir diferentes registros que van desde el art-rock o la electrónica hasta el virtuosismo del jazz.
Otras de las sorpresas que esconde el álbum son las colaboraciones. Tras un disco puramente instrumental, los de New York decidieron volver a incorporar voces a su música. Para ello, se decantaron por artistas que han sido grandes influencias personales, como son Jon Anderson de Yes o Sal Principato de Liquid Liquid. Aunque sin duda, la que más llama la atención es la aparición de Shabazz Palaces, aportando al disco un inesperado toque urban, y de Xenia Rubinos. No obstante, tras escuchar el álbum entero, uno tiene la sensación que el apartado vocal resulta más un capricho que una necesidad artística, ya que las geniales e hipnóticas melodías se valen por sí mismas para conseguir hacer que esta reinvención sonora de la banda sea un gran acierto.
“Last Supper On Shasta Pt.2” cierra con el delicado sonido de un piano que acaba conectando con el inicio del disco, insistiendo así una vez más en ese espíritu loop tan presente en “Juice B Crypts”, un álbum que se posiciona como el mejor trabajo de Battles hasta la fecha.
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