El imaginario de Judeline se perfila y consolida con la llegada de “Bodhiria”. El esperado primer LP de Lara que ve la luz tras años de desarrollo y que se presenta de la mano de una narrativa fiel a su protagonista a través de un universo onírico de amor tóxico, aislamiento y muerte del alma. Para trazar semejante viaje creativo, Lara se proyecta a sí misma en Angel-A, un personaje ficticio al que poder ahogar en la angustia del desamor y llevar al extremo sin salir ella herida en esta dolorosa batalla.
Un cuento de pertenencia y de dependencia que se detona a través de la poética luna que tanto ha dado al sur, sus historias y leyendas. Una propuesta de enorme carga teatral que comparte a partes iguales legado andalusí y libertad creativa del presente. Una libertad que la lleva a construir sin miedo, jugar, a usar la música sin pensar en géneros, sin prejuicios, como elemento creativo capaz de exponer los deseos, hechizos y locuras de su protagonista en todas sus formas. Y de eso sabe mucho Ralphie Choo, uno de los productores de “Bodhiria”, de crear una paleta tan amplia de colores, pequeños matices, de construir telas de araña infinitas en las que todo cabe, todo es posible. Aun así, en este terreno Lara ha querido ser fiel a los suyos con esta entrega tan importante y el grueso de la producción cae en manos de Mayo y Tuiste que ya desde que se lanzó aquel “Canijo”, tema que conocimos en 2023, estaban junto a ella buscando y encajando las piezas de lo que sería el gran debut de Judeline.
A través de una raíz de pop electrónico, Judeline hace viajar la pena de su protagonista escapando de tópicos sobre Andalucía. Desarrollando un disco liderado por ese poderosísimo “INRI” de base afrobeat que mira fuerte al resto del largo con orgullo nada más que comenzar. O coronando el despecho con ese “JOROPO” venezolano en el que vemos a Lara alcanzar matices vocales muy alejados de lo que realmente se te viene a la cabeza cuando piensas en Judeline. Y es que la voz de Lara en muchas ocasiones se convierte en el disco en un puro instrumento más allá de ser una simple narradora. La parten, juegan con ella, desdibujan, ocultan, la hacen bailar… Todo vale para que el alma de este viaje a esa especie de “purgatorio” que es “Bodhiria” sea posible. Para que Angel-A pueda seguir fundiendo con su mirada al amor de su vida, colarse en su mente y que la maldición siga fuerte, intacta, infinita. Tras esto, otro de los grandes momentos de “Bodhiria” llega con la aparición de rusowsky en “Heavenly” donde por primera vez le deja a él verbalizar esta fantasía (“Mi corazón está roto, pero yo no siento que yo haya perdido. Y ya no me mira, pero ahora tus ojos siguen ahí"). Y es que el viaje astral va llegando a su fin y el vacío se hace cada vez más grande en Angel-A conforme avanza el proyecto, incluso llegando a dudar si de verdad le merece la pena toda esta locura o todo se va a acabar desmoronando de un momento a otro.
Es fuerte la apuesta de “Bodhiria” y la exhibición de Judeline con este disco como una figura sólida que no ha hecho más que empezar y que está iniciando el despegue. De ahí que hasta se cuele en los créditos de este debut Rob Bisel, figura clave en la construcción del icónico “SOS” de SZA de 2022. Claramente se cierra una etapa, se culmina un viaje precioso de todos aquellos que han visto crecer a Judeline en todos estos años, pero puede que se abran las puertas del mismo cielo. Canciones se quedaron por el camino, pero esta pequeña historia que Lara quiso iniciar y poner sobre papel hace un par de años necesitaba precisión, llenarla de música poco a poco, mimarla. El resultado puede verdaderamente darle a Judeline la base conceptual y el ascenso artístico que necesita para avanzar hacia el siguiente paso. Un movimiento que seguramente ya estará rondando por su cabeza, pero que desconocemos. “Yo quiero que sepas que mientras exista Bodhiria, tú sigues conectado a mí”, dice Judeline al iniciar el álbum. El hechizo ya se ha materializado por fin, así que ahora toca ver hasta dónde es capaz de expandirse.
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