Fever Breaks
DiscosJosh Ritter

Fever Breaks

8 / 10
Don Disturbios — 10-05-2019
Empresa — Pytheas/Popstock!
Género — Alt-Country / Americana

Las giras, benditas giras. Gracias a ellas se producen encuentros que dan lugar a colaboraciones y provocan que sucedan cosas maravillosas dispuestas por la caprichosa mano del destino. 2016 fue el año en el que el encuentro en la carretera de Josh Ritter y Jason Isbell hizo que se forjara una amistad entre ambos que ha culminado con la grabación de este nuevo trabajo del de Idaho producido por el de Alabama. Dos extremos, el noroeste y el sudeste, con tradiciones diferentes, pero un denominador común: el folk-rock americano que Dylan puso sobre la caprichosa faz de la tierra con la ayuda de The Band. Otra de esas bandas, por cierto, que aunó norte y sur bajo el mismo ala. Y precisamente a eso suena “Fever Breaks”: suena a Estados Unidos por los cuatro costados. Suena a tradición, pero siempre al servicio de las historias que se narran. Suena a Tom Petty (sur), pero también a Springsteen (norte). En definitiva, suena a gloria y a variedad. Y todo gracias a la ya más que validada capacidad de Josh Ritter para tejer grandes canciones. Temas como “On The Water” que tienen su ineludible sello, pero donde se nota la delicada mano de Jason Isbell. Al igual que en esa desgarradora balada que es “The Torch Commitee” donde el violín de Amanda Shires, esposa de Isbell, acaba imponiéndose como protagonista final. Un violín que ira dejando una huella muy bonita en las canciones más delicadas del lote como “Silverblade”, aunque sea en las canciones más roqueras como “Losing Battles” o esa magnífica apertura compuesta por “Ground Don't Want Me” y “Old Black Magic” donde el recuerdo de Drive By Truckers esté más presente. Y eso es algo que, en cierta medida te obliga a reconocer con melancolía, que la etapa en la que Jason Isbell militó con ellos, fue la mejor de una banda que le daba ese contrapunto liberal a la americana sureña. A todo eso suena “Fever Breaks”. Una prueba más del talento natural de Josh Ritter para componer discos que nunca bajan de notable y que, teniendo un denominador común basado en la tradición estadounidense, son los suficientemente variados entre sí para afirmar que nunca se repite del todo.

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