Cuando en cierta ocasión tuve que completar para una revista la discografía de Joseba Irazoki y sus múltiples proyectos, no tuve más remedio que acudir al propio interesado, y aún así no fue fácil recapitular el laberinto de todas sus grabaciones, unas bajo su nombre y otras muchas con distintos grupos y apelativos. Eso, sin contar con las innumerables colaboraciones puntuales o no, con otros artistas, tanto en discos como en directos. Este hombre ha asimilado en su cabeza un sinfin de músicas y repertorios. Y a la vez ha creado sobresalientes composiciones originales y genuinas desde diferentes ángulos musicales.
Si consideramos que Joseba Irazoki eta Lagunak es su formación más estable, poderosa y consistente, tampoco se puede olvidar su faceta en solitario, encauzada a la improvisación y la experimentación con su guitarra, reflejada también en varios álbumes. En 2017 publicó "Gitarra onomatopekoa", y siete años después concluye una continuación con este "Gitarra lekeitioak", como segunda parte de aquel y un guiño al maestro Mikel Laboa y sus onomatopeyas vocales, pero a la vez con su propia determinación y ausencia de voces. Lo que en el anterior era pura improvisación y esbozo, aquí llega a una combinación entre esa misma improvisación y una cavilada composición. Sin salirse del terreno de la investigación sonora, con Bill Orcutt en el camino, pero no John Fahey o Robbie Basho (para eso ya estaba aquella maravilla de Bas(h)oan junto a Bechat Achiary), el de Bera se acerca más tanto a la melodía como a la travesura ruidista y disonante, haciendo la escucha más accesible en muchos momentos, y en otros tal vez más audaz, especialmente en la primera mitad. "Instant composition" lo llama.
La edición del doble cd corre a cargo de Bidehuts y Otoroku, sello del famoso Café Oto, cuna actual del Londres de las músicas experimentales y de improvisación libre, lo que propicia que Rhodri Davies y Raphael Roginski colaboren en dos piezas del primer volumen, como añadidura a las muchas guitarras utilizadas por Joseba. Por otro lado, probablemente pronto conocerá una versión en vinilo a cargo de Hegoa Diskak, y otra en cassette con el sello japonés Union Pole. Lo que da idea de la conexión y trascendencia internacional del trabajo del virtuoso músico vasco. Para los títulos, Irazoki ha elegido una serie de números, cifras aleatorias que iba sumando, y también letras que referencian los tonos musicales empleados. Desde luego no es música para la evasión, sino una adictiva elaboración artística que fluye en sonidos y posibilidades insospechadas a los que puede llegarse con la guitarra eléctrica, sin amarres ni límites, con la imaginación más libre y desbocada
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