Quién, por el título, se espere un disco de glam, va mal encaminado. Pero quién literalmente busqué ‘terciopelo y purpurina’ en el álbum, los encontrará porque la comodidad y el brillo son aspectos importantes de las 10 canciones que publica el grupo de Manacor. A Jorra Santiago siempre le ha apasionado el rock chirriante y con su proyecto personal se lo ha tomado como un punto de partida des del cual mostrarnos su personalidad verdadera, la de un filólogo sensible, guasón y con cierto gusto para la experimentación.
En su segundo LP explora lo que ya había empezado a investigar en su epé anterior, las texturas electrónicas. Sintetizadores y cajas de ritmos llevan nuevos tintes a las canciones, Jorra se acerca a un sonido más metafísico pero sin perder la iconoclastia rock de sus amados Quimi Portet o Guided By Voices. Las coordenadas del álbum son abiertas, claras y fruto de un proceso creativo que tiene su habitación y los estudios Favela de Palma como epicentros. Simplificando, diremos que la mitad de canciones salen de grabaciones hechas en su cuarto y la otra mitad del empaque que le da su banda de amigos en el estudio.
Este disco es la última confirmación del genio del mallorquín. A su ritmo, sin pausa pero sin prisa, nos demuestra que le queda música y palabra para rato y que, aunque su universo de procrastinación tropical esté bien claro, hay facetas líricas con las que justo ahora se pone a jugar. Musicando proverbios chinos o poemas de Joan Serra vemos a un letrista esponjoso y brillante. ‘Vellut i purpurina’ gira en torno a la admiración de cosas resplandecientes y se convierte en una. Quién girará alrededor del disco ahora, seremos nosotros.
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