2021 fue un año peculiar, incomodo, algo que dices “mira, mejor no repetir”. Un ensayo de protonormalidad que quedó de gabinete de curiosidades. Turbolocura de interior. Y como es de esperar, eso pasó factura a los artistas. Así que en este delirio colectivo por seguir cuerdos, Jonatan Aron Leandoer Håstad, más aclamado como Yung Lean, creó la que es, hasta ahora, su mayor rareza: “Sugar World”.
El 2 de febrero, sin previo aviso, y con la balada “Blue Lights” como único antecedente, Yung Lean público un álbum de ocho cortes bajo su seudónimo Jonatan Leandoer96. Para esta aventura se fue a Copenhagen y se juntó con Frederik Valentin y Mathias Sarsgaard. ¿El resultado? Un disco que suena a todo lo que no crees que va a sonar un disco de year0001. Piano rock, glam rock, baladas de sala de fiestas vacía… Entrar en este mundo se siente como estar en un bar de carretera de interiores de madera, en el que alguien ha puesto unas cortinitas brillantes en el fondo del escenario. Se lucen trajes satinados que huelen a naftalina y todo dios se emborracha al ritmo de un karaoke en el que solo participa él. Darle al play es sumergirse en una fiesta de dad rock en la que no esperabas pasártelo bien (“Nightmare Amusement Park”), pero ahí andas, vibeando.
En este, la producción instrumental es precisa, limpia y afinada; definida en contraposición a ese timbre inconfundible que arrastrar Yung Lean. Y quizás aquí esté la gracia. En medio del sonido rock una voz que a ratos parece acatarrada, a veces pasada de vueltas cloudrap style, culmina en coros lalalaleros, de pasar el brazo por el hombro de tu colega, levantar la jarra, y cantarle a ese amor mientras imposible (“Rivers Of Another Town”). Esta vez su universo es más pomposo, teatral, y menos digital. Haga lo que haga, siempre sale con la suya. Esta es la Europa de Jonatan Leandoer96, de Yung Lean, y nosotros solo vivimos en ella.
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