Duke Ellington, Quincy Jones, Stevie Wonder, Prince y ahora Jon Batiste ¿Exagerado?. Bueno el tiempo dará o quitará razones. Total, Jon solo tiene 36 años y ya atesora un extenso e inmaculado currículum lleno de grandes premios en el zurrón. ¿He sido un insensato por no mencionar a ninguna mujer como la gran Nina Simone?. Pues tienes razón. Aunque tampoco he mencionado a ningún blanquito porque... no lo merecen. Nina sí. La capacidad que tenía Simone para hibridar su formación clásica con la música popular negra es imbatible. Y precisamente de eso va el nuevo disco de Jon Batiste: de música popular elaborada con la sabiduría del que ha estudiado música hasta quemarse las cejas.
Cuenta Jon Batiste que la idea de “World Music Radio” nace de esas ondas de sonido que surcan el espacio y que se descubrieron hace un par de años, sin que nadie sepa muy bien de dónde vienen. Un concepto que le llevó a inventarse la figura de un Dj llamado Billy Bob Bo Bob (su alter ego en el disco) que nos guía a través de un álbum repleto de muchas texturas. La idea no es del todo original y, sin ir más lejos, ya la llevaron a cabo los QOTSA de Josh Homme en el inigualable “Songs For The Deaf” (02). Aunque sí es nueva la intención de que el viaje sonoro sea realmente eso: un viaje.
“World Music Radio” te embarca a lo largo de 21 cortes y una hora de duración en un carrusel de emociones y colores en los que cabe casi todo. Y no lo digo tan solo por la extensa, variada y sin duda dispar nómina de colaboraciones, que también. Lo digo sobre todo porque Jon Batiste ha conseguido poner toda su inteligencia musical, que es mucha, al servicio de un concepto: demostrar que la música es el lenguaje artístico que más y mejor puede destruir todas esas barreras que nos separan como humanos. La música y el AMOR porque, como canta nuestra Rita Payés en la emocionante “My Heart”, “es por amor por lo que uno se atreve a cambiar el rumbo”. AMOR. ¡Qué despojada queda de contenido la palabra al usarla con demasiada ligereza.! Por desgracia a Jon Batiste el azar de la vida le puso recientemente a prueba y sabe lo que significa AMAR. Debió ser duro que, mientras estaba inmerso en la composición de este disco, su mujer se sometía a una segundo transplante de médula a fin de superar una leucemia. Un proceso muy duro para ambos que Jon Batiste mitigaba a base de pequeñas piezas delicadas que le dedicaba a su esposa y de las que la emocionante “Butterfly” ha sido incluida finalmente en “World Music Radio”. Imposible no conmoverse con esta historia.
Pero hablábamos de viaje y un sin fin de texturas, y el disco las acumula a paletadas. Tras darnos la bienvenida Dj Billy Bob, giramos el dial de nuestro transistor hasta Sudáfrica para dejarnos seducir, junto al dúo Sudafricano Native Soul, por el elegante afro-pop de “Raindance”. De ahí nos vamos al Caribe sabrosón con "Be Who You Are”donde se combinan mundos tan dispares como los representados por el grupo de K-pop NewJeans, el rapero estadounidense JID o el colombiano Camilo. Después “Worship” es puro disco-tribal que invita a la pista de baile. Pero es cuando llegamos a la delicada “My Heart”, interpretada junto a Rita Payés, cuando caemos en la cuenta de que en realidad Jon Batiste se ha marcado un Tangana en toda regla, solo que en lugar del “El Madrileño”, tendríamos que titular su disco como “El Neoorleanés”. Al fin y al cabo el concepto es el mismo y el resultado le ha salido niquelado por igual.
Bromas a parte, no voy a seguir aburriendo al personal repasando cada corte del álbum, pero sí quiero destacar al menos mis momentos preferidos del mismo. Canciones como las que se marca con Lil Wayne (“Uneasy”) en las que la negritud se hace corpórea al igual que un tema de Sault. O qué decir de esa línea de bajo de aroma funk y sonido Motown que realiza su propio padre Michale Batiste en “Call Now (504-305-8269)”. Y ya para cerrar, cómo no mencionar las dos últimas canciones del extenso lote: “Wherever You Are” es un desgarrador crescendo que uno imagina sin problemas en un trabajo de Father John Misty y, la colaboración junto a Lana del Rey que hace de broche (“Life Lesson”), es una delicia hecha a medida para el lucimiento romántico de la cantante. Un tema que simplemente te deja con el corazón en un puño.
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