Las edades del lo-fi, capítulo 830. Cuando en 2006 se abre la puerta de un garage de Alabama, lo que de allí sale no son los Fuzztones, es Dan Sartain.
Un joven rarito y delgado, de aspecto a lo James Chance, abocado a rastrear los múltiples orígenes de la música rock, a recorrer los surcos con polvo acumulado de millones de discos del siglo pasado, de Charlie Feathers y Lee Hazlewood a The Cramps, de Duane Eddy, Gene Vincent y Joe Meek a Calexico y Nick Cave. Tan esquizo como Xiu Xiu, pero mucho más primitivo, en sonido e imagen, Sartain se suicida por segunda vez en una portada, y esconde tras ella filth-billy, honky tonk paranoide, garage-folk, warm-punk, blues desequilibrado y el goliat pre-cromagnon de Raj Parmely. Con sombrero de ala a lo Hank Williams y un legado sureño al que agarrarse con actitud, Dan Sartain reencarna al híbrido imposible de Howlin Wolf, Hasil Adkins y Ed Hamell. Adecuadamente seleccionada, la mugre es un concepto con un enorme potencial. En manos de Dan Sartain se convierte en música rasposa y brillante, algo camp, nada intelectual y regada de chile picante.
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