Del nuevo álbum de John Mellencamp se puedes realizar dos afirmaciones sin riesgo a que nadie te lleve demasiado la contraria. La primera de ellas es que, pese a ser un álbum de versiones, el veterano cantautor de Indiana sabe llevárselas a su terreno, confiriéndoles un lustre nuevo de autenticidad que, si no las mejora, si las mantiene en el terreno de lo digno. La segunda es que a sus sesenta y siete años su voz es mucho más rugosa y ha ganado en profundidad además, no solo mantiene el tipo, sino que podríamos decir que sus últimos pasos son tan interesantes como los que pueden estar dando otros veteranos como John Hiatt, Ry Cooder o Lucinda Williams. Pese a ello, ya sabemos lo que pasa con los discos de versiones: son un buen divertimento y si, como es el caso, la elección es más que acertada, pueden hacernos pasar un buen rato. Lo malo es que por mucho que lo disfraces no dejan de ser eso: un disco de versiones. Temas ya revisitados antes con mucho genio incluso como “In My Time Of Dying” (Led Zeppelin), “I Don't Known Why I Love You” (Stevie Wonder) “Eyes On The Prize” (Bruce Springsteen) o “Wreck Of The Old 97” (Johnny Cash). Canciones todas ellas que han sido escogidas con mimo por el propio Mellencamp como respuesta a los tiempos, digamos complicados, por los que está atravesando su país. Y es que eso de la canción protesta tiene muchas aristas a la que asirse. Bienvenida sea una nueva de ellas, y máxime cuando se logra el propósito de hacer un disco variado y ameno que mantiene la escucha y se disfruta mucho a la que seas seguidor de Mellencamp.
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