“Maya” es el tercer disco de estudio que John Frusciante edita en este 2020 extraño, pero de algún modo huele a ser el primero. Los otros dos fueron editados bajo el pseudónimo electrónico de Trickfinger, pero aquí Frusciante toma la decisión artística de ofrecer su música bajo su nombre real.
La idea tiene que ver con dos situaciones: por un lado el nombrar el disco a partir de su difunta gata Maya –compañera fiel y adorada por el músico– lo expone a un nivel de sentimiento personal que no permite ningún tipo de disfraz o juego de identidad. Por otro, la decisión firme al día de hoy de no volver a lanzar discos tocados con instrumentos convencionales, resta sentido a la idea de mantener con vida a su alter ego electro.
En “Maya” Frusciante logra trazar un interesante enlace entre el pasado y la actualidad. Rinde homenaje a géneros nacidos en los noventa –básicamente hardcore, drum’n’bass, jungle y breakbeat– intentando dar un giro compositivo novedoso sin limitar las propuestas sonoras de antaño, sino creando nuevos paisajes en los que se puede escuchar su personalidad musical.
El californiano ofrece una colección de temas de variada dinámica, desde el emo-porn de la apertura del disco “Brand E” –un colchón de sintetizadores que mueve sentimientos sobre un bombo en negras y una caja que no deja de vibrar– al viaje pleno de curvas y contracurvas de “Flying”, el aire de soundtrack trasnochado de “Pleasure Explanation” y la belleza de “Zillion”, que da esa sensación de frescura clásica proveniente de lo original y novedoso, sin serlo del todo.
“Maya” es John Frusciante cruzando una línea, reconociéndose como otro tipo de compositor y abrazando con éxito su nueva condición. Es posible que si estás leyendo este texto por tu fanatismo por Red Hot Chili Peppers o incluso por alguno de los discos solistas de Frusciante –como podrían ser “Shadows Collide With People” o “The Will To Death”– no logres que “Maya” te diga algo de inmediato. Pero así como Frusciante, una suerte de culturalista maldito, adora estudiar a los músicos que admira, la recomendación es que le des unas cuantas escuchas. “Maya” puede parecer la típica frikada de músico consagrado aburrido, pero no está ni cerca de serlo. Frusciante invita a que lo “busques” en este laberinto de sonidos que no relacionarías fácilmente con él. Si logra su cometido, el que habrá ganado eres más tú que él.
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