It's On
DiscosJohn Dealer & The Coconuts

It's On

7 / 10
Kepa Arbizu — 06-03-2025
Empresa — Ghost Highway Recordings
Género — Rock

Una década de actividad le ha servido a esta banda guipuzcoana para, además de haber registrado un rocoso currículum hecho de ritmos vertiginosos bajo el membrete del punk-rock, conseguir acompañar sobre los escenarios a formaciones de nombre tan relevante como Supersuckers. Diez años que el cuarteto celebra de la única forma posible con la que saben soplar las velas de una tarta, a través de un huracanado aullido contenido en un nuevo álbum que aglutina siete canciones convertidas en las mismas razones por las que merece la pena dejarse zarandear por su empuje sonoro. Procedentes de Legazpi, un pueblo amigado con el ímpetu musical en buena medida gracias al colectivo Subeltza, organizado entorno a las diversas bandas que ensayan en los locales de Bikuña, los dos lustros que decoran su biografía creativa son refutados por un álbum que, como su nombre nos advierte, “It's On”, está listo para prender una llama que no deje suelo sin ser transformado en cenizas.

En ese camino tenazmente recorrido con furibundo ánimo, la llegada hasta este álbum les ha servido para, sin escamotear ni el más mínimo atisbo de potencia, construir un repertorio alrededor de un sonido igualmente orgánico pero de escenificación más nítida, lo que libera de su trayectoria cualquier escoyo que impida un impacto de fuerte y certero alcance. Un resultado que ha sido obtenido entre las paredes del ya ilustre estudio de grabación Garate, en Andoain, y por mediación de, entre otras, las manos de uno de los reyes del power-pop actual, Kurt Baker. Una reunión de elementos que promueven un repertorio de afilada condición y que en su afán por demostrar, con todo merecimiento, el lugar que ha conquistado el grupo, deciden revisitar el primer tema que llevó su firma, “No One Says Goodbye”, para acomodarlo bajo una actual indumentaria que, y ahí está el gran logro, exponencia su músculo pero al mismo tiempo afianza la base consustancial de su idiosincrasia, el espíritu punk y el arrebato roquero, lo que hace que el tema se beneficie en paralelo del desbocado carácter de Motörhead o Nashville Pussy como de la imponente presencia de esa “High Energy” proveniente de Escandinavia.

Una referencia llegada desde el norte de Europa que pasa por ser uno de los enclaves donde con mayor tesón se asientan las composiciones de la banda. Fiordos -en este caso suecos- que son capaces de visitar haciendo parada en The Hellacopters al igual que en The Nomads, algo que se vislumbra en una “White Gloves” que comienza con una base rítmica de pulso nervioso que desencadena el envite de contundentes riffs. Una presencia absolutamente protagonista y que solo pierde su bastón de mando para ser gloriosamente interrumpida, y no tanto en el cese de la electricidad, sino en una deceleración del paso, con el épico medio tiempo “Sons Of A Revolution”. Una canción situada en medio de una tormenta desatada por unas canciones que, compartiendo su espíritu envalentonado, muestran una especial habilidad para hallar su propia identidad entre los muchos matices que puede llegar a albergar ese ruidoso ecosistema. Solo hay que enfrentarse al rotundo poder melódico de “Cold Shock”, que señala a las huestes pretéritas de Jesse Malin, D Generation, o a una “Stop (Now!)” que absorbe la rabia y el gusto por el paisaje descarnado de Dead Boys, para encontrar un mapa de jugoso vigor y esbelto rugido.

Aunque al punk-rock, como género, se le presupone, o así debería ser, el nervio candente y la furia como ingredientes indiscutibles, el ejemplo cotidiano nos ha demostrado ya demasiadas veces que eso no es algo tan fácil, ni habitual, de alcanzar. Por eso el primer e inexcusable mérito que recae sobre esta banda de impactante y sonoro nombre es saber hacer, y muy bien, lo que se sobrentiende que deberían tener aprendido por su propia naturaleza musical. Al margen de dicha aprobación existe en todo su contorno musical un palpitante clima de insubordinación, de determinación por rastrear aquellos síntomas que genera la incertidumbre vital, que hace de sus canciones un perfecto termómetro del desasosiego. Si siete eran los pecados capitales y las colinas de Roma, ese es el mismo número escogido por John Dealer & The Coconuts para celebrar diez años de existencia, y resistencia, a lomos de un sentimiento sonoro que nació desde los márgenes y que desde allí mismo sigue celebrando con voz poderosa el estado de crispación.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.