Es innegable que el papel de leyenda que ostenta Joe Strummer es gracias casi en su totalidad al prestigio adquirido con el grupo que capitaneaba, The Clash. Esta realidad sin embargo no debería ocultar otra: que el autor de “London Calling” también tuvo un desarrollo artístico destacable fuera de las amplias fronteras que definían a dicha banda. Ese es precisamente el horizonte creativo que pretende iluminar un recopilatorio como éste, abastecido exclusivamente por las etapas de The Mescaleros, los iniciáticos The 101’ers o diversas grabaciones en solitario. Un trabajo que por lo tanto no solo aspira a ser una selección de temas -ya sea mostrando sus tomas conocidas como otras inéditas- ajustada, sino ejercer de panorámica lo más expansiva posible del británico. Una labor supervisada por la viuda del propio músico (Lucinda Tait) y por su amigo personal Robert Gordon McHarg III además de tratada por el premiado productor Peter J. Moore.
En lo que es una muy notable, en parte por la capacidad que le posibilitan las 32 piezas elegidas, amalgama de géneros, influencias y expresiones que pueblan el disco, hay algunas que remiten inmediatamente al perfil más reconocible de Strummer. Pensemos en el airado protopunk de “London Is Burning”, origen de lo que sería “Burning Streets”; su compromiso combativo homenajeando a los defensores de la República Española en “15th Brigade”; la reiterada condimentación reggae presente a lo largo de su carrera (“Ride Your Donkey”) o ese característico tono interpretativo desafiante pero igualmente despreocupado perceptible en “Coma Girl”. Otras cuantas manifestaciones sin embargo, y es donde probablemente adquiera más relevancia este artefacto, nos ofrecen una serie de registros que si bien no resultan del todo ajenos tampoco se significarían como prioritarios en un primer acercamiento a su figura. Puede que en su boca no nos suene demasiado extraño atisbar un rock and roll primitivo como “Letsagetabitarockin”, pero llama más la atención la buena disposición para arrimarse a texturas ochenteras en “Love Kills”, canción perteneciente a la película “Sid and Nancy”, rodearse de bases electrónicas en “Yalla Yalla” o abanderar un bien entendido mestizaje (“Sandpaper Blues”).
A pesar de que durante los setenta se afanara con sus incendiarios versos en dictar defunción sobre progenitores y mentores artísticos, aquí le vamos a disfrutar invocando las raíces más tradicionales, en este caso de uno de sus próceres, Johnny Cash, con el que entona emotivamente “Redemption Song”. Igualmente se va a nutrir del folk-blues, ya sea de raigambre popular (“Tennessee Rain”) o de tensa desnudez (“Blues On The River”), como se mostrará vestido de crooner casi jazzístico en “The Cool Impossible” o bajo un rock intimista con ropaje celta para “Rose Of Erin”, ambos temas inéditos. Todo ello delata una heterodoxia, expuesta por la buena labor ejercida por este disco, que (re)sitúa al mito rebelde entre un arco iris de sonoridades y sensibilidades.
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