No debe ser fácil para el ego de un artista el hecho de publicar continuamente discos sobresalientes, pero que te sigan reconociendo por esa primera prueba discográfica que te abrió las puertas del carrusel pop. Esto mismo es lo que le debe haber sucedido a Joe Crepúsculo para que haya titulado su último álbum como “Supercrepus II”, en alusión a su obra más alabada hasta la fecha, porque del espíritu lo-fi y minimal de aquel disco sólo conserva el título… y su extensión quilométrica. Pero aquí se acaban las coincidencias. Básicamente, porque estamos ante una obra cincelada con un grupo de apoyo y con todo lujo de detalles instrumentales, en pos de una diversidad estilística como nunca antes había propuesto el de Sant Joan Despí.
No en vano, en “Supercrepus II” despliega su ironía estilística hasta el límite: de estribillos cuajados entre explosiones guitarreras de balada glam metal (tal que en “Luces misteriosas”) o en una de las joyas del álbum: su versión del “It Must Have Been Love” de Roxette, aquí reconvertida en irresistible rumba pop, bajo el título de “No sé si es amor”, con la presencia de Tomasito.
Estos son claros ejemplos de una de las motivaciones intrínsecas en su proceso creativo: dignificar géneros o grupos musicales observados tras la mirilla del prejuicio. Así fue en su momento con el disco-flamenco de gasolinera, por ejemplo. Aunque más allá de tal pretensión, lo que reluce en todo momento es una capacidad asombrosa para vampirizar la esencia de grupos como los primeros Surfin’ Bichos, quienes, perfectamente, podrían haber firmado “Destruir la sociedad”. Otro ejemplo maravilloso es “Discoteca en ruinas”, con la que emerge el gen The Smiths como nunca antes en su trayectoria anterior.
El resto de los diecisiete trucos pop aquí reunidos hilan un inspiradísimo viaje por la mente del autor. Un autor capaz de lanzarse al ska noventero de radio fórmula española, y no salir trastabillado en dicho intento suicida. Como de realizar la canción de amor definitiva para estos tiempos: “Cuarentena sin ti”. En definitiva, una nueva muestra de genio por parte de un tipo que, para la ocasión, ha marcado una X mayúscula en su ruta discográfica particular.
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